domingo, 20 de mayo de 2012

Notas.



Esto de poner escritos por los rincones de casa siempre me ha dado buen resultado, (primer día) El segundo, o cambio texto o no me hacen ni puñetero caso. Se acostumbran a ver lo mismo y ya pasan.

Mi afición por dejar notas viene desde que me case y dejé el hogar paterno. La correntillera de mi madre nunca la pillaba en casa (siempre salía un momento, pero a cada momento). Cuando volvía se encontraba una de mis notas: “Mamá...bla, bla,” Esto le daba mucha rabia, no por la nota, sino por no estar cuándo yo iba. ¡Qué casualidad! - Me decía un tanto enojada -.

Han sido numerosas las que he puesto desde entonces.
Un cartel en el escritorio de los chicos con letra bien grande: “Mantenme ordenado” u otro encima de sus camas: “Disfrútame y hazme después” En la mesa: “Buen provecho, déjame limpia” y así sucesivamente.
El mas remolón para la lectura es el “bigotes”. Siempre se deja las gafas y dice no poder leerla. ¡Qué casualidad! Digo yo también, como decía mi madre.
La que puse la semana pasada si la leyó.

Venía tarde a comer ese día y yo necesitaba descansar un poquito antes de irme de nuevo al trabajo. La verdad es que estaba agotada, así que después de poner lo necesario en la mesa, me tumbé a estirar las piernas.
Cuando salí para el curre miré la cocina y...¡¡Eureka!! ni rastro de chismes.
Solo estaba la nota que había dejado frente al plato de comida:

Cuando te digo: “quiero morir”
no me creas, es mentira, no quiero.
Quiero luchar, vencer y vivir
pero sin descanso creo que muero
y al Cielo aún no quiero ir,
así que... caliéntate el puchero
y déjame un ratito dormir.
Esta tarde por lo que espero,
mucho trabajo veo venir.

Te quiero. (La esposita).

Si llego a saber el desenlace la hubiese puesto antes. Aunque para otra vez no me va a servir la misma, tendré que cambiar el tercio.

Mari Carmen.

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