lunes, 16 de marzo de 2015

EL LAMENTO DE MARCELA



Como homenaje a Cervantes en el cuatricentenario de la publicación de la II Parte del Quijote y como celebración del descubrimiento de sus huesos en la cripta de las Trinitarias de Madrid, monjas que le rescataron de la prisión de Argel, rescato aquí para ustedes EL LAMENTO DE MARCELA, muerta de amor, cuya prosa he tenido la osadía de transformar en verso. Y que el Manco de Lepanto me perdone.

Los que enterráis a Crisóstomo
en la aridez de estos riscos
y me miráis como a causa
de su amoroso suicidio,
oíd por cuántas razones
servida, yo no le sirvo,
amada, le rechacé
y envidiada no le envidio.
¿Podría otorgarle yo
lo que a Dios sólo es debido?
¿Aceptaría gustosa
su amor como un bebedizo?
¿Habría yo de romper
los llantos y los cilicios
con que adelgazo mi cuerpo
y purifico mi espíritu?
¿Creeis, de verdad, pastores,
que me llamáis basilisco,
que habría yo de rendirme
porque él me fuera rendido?
¡Oh, no, pues no hay semejanza
entre la bondad y el vicio
y no está obligada a amar
la que no busca marido.
Hízome el cielo bellísima
cual la nieve y cual los lirios.
¿Y por esa única causa
debiera entregarme, amigos?
En fin, pastores, decidme
y ya con esto termino:
¿Iba a dar gracia a Crisóstomo
recibiendo yo delito?
Libre y honesta en el campo
por los arroyos me miro,
me abanica la arboleda
y entre las aves me visto.
Estos son mis solos gustos.
Los ajenos no codicio.
¡Yo no dí muerte a Crisóstomo!
El se dio muerte a sí mismo.

Apuleyo Soto Pajares

1 comentario:

Mari Carmen dijo...

¡Precioso! Gracias D. Apuleyo