miércoles, 16 de septiembre de 2015

Vista larga como el Papa

Por todo lo que hay que ver,
y que no es moco de pava,
Francisco en el Vaticano
se ha echado unas nuevas gafas.
Que este detalle tan simple
sirva a otros de enseñanza.
Por ejemplo, a Mario Draghi,
a Ángela Mérkel y Obama.
Mejor nos iría así,
con la vista larga, larga.
Y que luego se acabasen
los desterrados sin causa.
Entretanto, y porque sí:
¡Viva Paco! ¡Viva el Papa!

Apuleyo Soto.

Lo mejor del recuerdo es el olvido...

Lo mejor del recuerdo es el olvido...
Y aquí junto a la mar,desentendido,yo era un niño jugando a la alegría.
Ahora juego a todo lo que obliga a la impuesta profesión de ser humano,
y a veces,al final de la fatiga,enseño a andar palabras de la mano.
Ser hombre es ir andando hacia el olvido haciéndose una patria en la esperanza,
cuerpo a cuerpo con Dios se está vendido y a gritos no se alcanza.
Dentro de poco se dirá que fuiste que alguien llamado así,vivió y amaba...
Ser hombre es una larga historia triste y un buen día se acaba.
Desde mis cuarenta y dos historias vengo.
Nada me importó,nada.
Pero cualquier capítulo lo tengo miniado en letra triste y colorada.
Un hombre hecho y deshecho os habla. Soy distinto cada año.
Tengo un desconocido por el pecho.
Sí.... Miradme a los versos,no os engaño.
Tengo el sombrío bosque de la frente esperando que llueva,
mientras,mi alma desnuda suena bajo el puente y cuando el alma suena es que a Dios lleva.
Vuelvo a andar el camino desandado y en mi paso resuenan las cadenas.
Recuerda el corazón acostumbrado..., ¡qué buen fisonomista de las penas!
Unas pocas palabras me mantienen,duda,esperanza,amor... Siempre me pierdo...
Amor,duda,esperanza... Siempre vienen...
La ilusión si la he visto,no me acuerdo.
Lo mejor del recuerdo es el olvido...
Y aquí junto a la mar,desentendido,hubo una vez un niño en la bahía.
Y hay un hombre de pie sobre mis huellas indefenso y sonoro,al ras del suelo,
que se irá mientras hacen las estrellas propaganda de Dios allá en el cielo.

Alma desnuda.

La mujer fuerte

Era la mujer fuerte con apariencia frágil
y todos lo sabían pero se lo callaban
para no herir la honra confitera del hombre
que más que cualquier otro se ponía a sus plantas.

Era serena, honesta, distinguida y atenta,
hacía de consuelo, memoria y secretaria,
siempre en segundo plano por decisión sublime
de sentirse por él… madura y realizada.

Como ángel de la guarda del fuego del hogar
cuidaba que la llama del amor no faltara,
archivaba la historia, decoraba el paisaje
y en cada obra el ánfora de su gracia volcaba.

Me acuerdo de aquel rostro, limpio como las rosas,
de aquel andar preciso y a la justa distancia,
de aquella mano blanca a la infancia extendida,
de aquella compostura, tan noble como grata.

Podía compararla con Gabriela Mistral,
con Delmira Agostini, con Teresa de Ahumada,
con Ruth la moabita, con Esther y Judith,
con Gloria, con María, con Magdalena y Clara.

Ella era para él. Él para ella era.
Yo no he visto en mi vida pareja más amada,
en los trabajos, juntos; en las penas, unidos;
si gemelos sus sueños, tan gemelas sus almas.

Y siempre ambos al tanto del prójimo cercano,
bañados en el aura de la luz bañezana,
y siempre de puntillas, sin hacerse notar,
como el agua y el alba, dando todo por nada.

Hoy esa “mujer fuerte” que la Biblia esculpiera
en “cantar de cantares” y en “proverbios” sin mácula,
se erige como ejemplo de gacela en la sombra,
como la bien plantada por calles y por plazas.

Ver los libros de oro escritos en su nombre,
ver la tibia tahona que su aroma derrama,
ver el jardín que exalta su ternura inconsútil,
ver su perfil magnánimo de doméstica estatua.
En la ausencia se crece, en la ausencia perdura,
en la ausencia está viva porque vive quien ama
y todos son recuerdos de sus bondades pródigas
desde que ella se fue a regiones más altas.

¿Quién la encontrará y dónde? ¿Quién mantendrá su hacienda?
¿Quién tanta diligencia mostrará en aumentarla?
Procuró el bien a todos, vale más que las perlas,
confió en su marido y le dio confianza.

El fruto de su vida fue la sabiduría,
el honor, la virtud, la verdad, la elegancia;
se entregó como flor de primavera efímera
dejándonos su última literaria fragancia:

Charín de Luna, Cielo, Corazón, Sol y Estrella,
su lámpara está ardiendo, ni de noche se apaga,
su palma al indigente continúa asistida,
abre los corazones y en cualquier puerta llama.

Capitel de Conrado, Corona de oro en paño,
Joyera inmaculada, Columna fiduciaria,
vayan por ti estos versos torpes pero sinceros
por los que a nadie, ay, le arriendo la ganancia.

 
Pseudónimo: “In memorian”