martes, 26 de abril de 2016

LAS HUELLAS

Caminaba aquel anciano
encorvado por los años,
ya falto de sus redaños
y esperando que una mano

viniera presto en su apoyo,
que el camino por que andaba
a cada paso que daba
presentaba algún escollo.

Incluso llegó el momento
en que se acordó de Cristo,
en cuya cara había visto
la imagen del sufrimiento.

Quiso aguantar como Él,
pero no lo consiguió
y al suelo se desplomó
cual si fuera de papel.

Y el milagro se produjo,
pues bajó Jesús del cielo
y con exquisito celo
al pobre anciano condujo.

Éste tomó algún aliento
y procuró caminar,
yendo ambos a la par
aunque con andar muy lento.

Así anduvieron los dos
agarrados de la mano,
a un lado estaba el anciano
y en el otro estaba Dios.

Por fin llegó hasta el destino
que el hombre tenía marcado,
con el cuerpo destrozado
por la aridez del camino.

Y a la luz de las estrellas
volvió la mirada atrás
y preguntó, ¿dónde estás,
que sólo veo dos huellas?

¿Por qué me has abandonado
cuando más falta me hacías?
Pensé que a la par venías,
mas veo que solo he llegado.


- Es que te vi tan cansado
por el camino después,
que en mi hombro te he cargado
y lo que en la arena ves
es lo que quedó marcado
por las huellas de mis pies.
 
Cristino Vidal.

1 comentario:

Mari Carmen dijo...

¡¡Precioso!! Cristino, no tengo palabras. Gracias por escribir en este rinconcito.
Un abrazo.