lunes, 26 de diciembre de 2011

Te echo de menos


Te echo de menos
y ahora mucho mas,
no sé,
tal vez,
porque es Navidad
y fluyen mis recuerdos,
tal vez ,
porque estás lejana
y no puedo verte,
no sé,
tal vez,
mi soledad es 
porque te añoro,
no sé,
tal vez,
tu pienses en mi un año mas
como yo en ti cada día,
no sé,
tal vez.

Anónimo.


jueves, 22 de diciembre de 2011

Sucina estrena Belén

Esta mañana, el alcalde pedáneo Pepe Mercader, ha tenido la gentileza de regalarme un ejemplar del periódico La opinión de Murcia. En él había el siguiente artículo:

"Sucina estrena belén gigante a ritmo de villancicos.

Los vecinos de Sucina han comenzado las fiestas de Navidad con la inauguración de un belén gigante construido por ellos mismos. Se trata del primer belén en la historia de la pedanía en el que se ha recreado el ambiente de la plaza y, probablemente, el más grande de las 54 pedanías de Murcia, según su alcalde pedáneo, José Mercader. Asimismo, los vecinos han disfrutado de un mercado navideño, en el que pudieron degustar y comprar dulces horneados con la receta del campo de Sucina, turrón artesano y castañas con leña de olivo, entre otros productos. La fiesta también contó con un concurso de villancicos al que acudieron más de 400 vecinos."
Fotografía: Bei Mercader

Aprovecho para agradecer a todos los colaboradores/as, el gran esfuerzo y trabajo que realizan siempre en todas las actividades de nuestro pueblo. Gracias chic@s.
Mari Carmen.

lunes, 19 de diciembre de 2011

¡Feliz Navidad!



Navidad, dulce Navidad.
Iluminas las calles
con tus luces brillantes.

Si buscas diamantes,
el mas grande que halles,
será Jesús y su bondad.

Que paséis estos días, con amor, felicidad y paz.
Os lo deseo de todo corazón. 
¡Feliz Navidad!

Mari Carmen.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Pajarillo altanero


Me voy; pajarraco peludo,
dejo libre el embarcadero,
no se merece el pan duro,
tu "piquito de jilgero".
Tus ojos verán amenudo,
cariño, ternura, amor, pero...
cuándo estés en el embudo
ya verás que pasa luego,
te tratarán como felpudo
igual que hiciste tu primero.
Mira bien; pajarraco molludo,
ave rancia del mal agüero,
amarrado con tu mismo nudo
caíste en tu propio agujero.
Desde tierra firme te saludo.
¡Adios! mi pajarillo altanero
sin pensamiento concienzudo.
No me diste nada, ni nada espero
y cuando seas viejo barbudo
que nadie te diga un "te quiero"
te acordarás de aquel mendrugo
que hiciste migajas en el sendero.

Mari Carmen.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Por las víctimas de la injusticia.


Por las víctimas de la injusticia
quiero dedicar este poema.
Por las guerras absurdas,
que solo causan pena.

Por la mujer angustiada,
temerosa de su condena.
Por los niños hambrientos,
donde su lucha, es comer,
entre lloros y lamentos,
piden agua para beber.

Por el padre desesperado,
al ver a su hijo en la droga,
mal que lo tiene enganchado
a una muerte que lo ahoga.

Por los ancianos desvalidos,
que andan buscando techo,
para que sean bien acogidos
y sientan calor en su pecho.

Por la carretera, que arrebata,
esas vidas, sin compasión,
por todo aquello que desata,
fieros desastres en la Nacion.

Por los terroristas de maldad,
asesinos disconformes,
sacrificando sin piedad
y persiguiendo uniformes.

Por todo esto, mi Señor,
te pido en ferviente oración;
aparta de toda alma ese dolor
y acógenos en tu corazón.

Mari Carmen.

sábado, 10 de diciembre de 2011

¿De qué se ríe?



(Seré curioso)

En una exacta
foto del diario
señor ministro
del imposible

vi en pleno gozo
y en plena euforia
y en plena risa
su rostro simple

seré curioso
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe

de su ventana
se ve la playa
pero se ignoran
los cantegriles

tienen sus hijos
ojos de mando
pero otros tienen
mirada triste

aquí en la calle
suceden cosas
que ni siquiera
pueden decirse

los estudiantes
y los obreros
ponen los puntos
sobre las íes

por eso digo
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe

usté conoce
mejor que nadie
la ley amarga
de estos países

ustedes duros
con nuestra gente
por qué con otros
son tan serviles

cómo traicionan
el patrimonio
mientras el gringo
nos cobra el triple

cómo traicionan
usté y los otros
los adulones
y los seniles

por eso digo
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe

aquí en la calle
sus guardias matan
y los que mueren
son gente humilde

y los que quedan
llorando de rabia
seguro piensan
en el desquite

allá en la celda
sus hombres hacen
sufrir al hombre
y eso no sirve

después de todo
usté es el palo
mayor de un barco
que se va a pique

seré curioso
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe.

Poema de Mario Benedetti.

Enviado por Marydel (desde México).

jueves, 8 de diciembre de 2011

"UN MES DE RETRASO... JODER CON LOS DE UNIÓN FENOSA".


Como las circunstancias no están para mucha fiesta, me doy por contento si el siguiente cuentecillo os produce una simple sonrisa. Los nombres son ficticios -que nadie se dé por aludido-.

Una paisana nuestra le dice al marido:
-"Fíjate Paco que tengo un mes de atraso. Creo que vamos a tener un niño.
El médico me dijo que mañana me dará el resultado de los análisis y entonces lo sabremos con toda seguridad".
En ese momento suena el teléfono. Es una llamada de la oficina de cobros de Unión Fenosa, desde Murcia.
La Señora contesta, y le dicen:
- "Somos de Unión Fenosa y queremos comunicarle que en nuestros archivos aparece que usted tiene un mes de retraso".
La señora se sorprende y pregunta:
- ¿Pero cómo pueden saberlo?
-"Porque nuestras computadoras llevan el registro de todos los atrasos".
La señora, turbada, le pasa el teléfono al marido y le dice:
- "Oye Paco, son los de una oficina de Fenosa y ya saben que tengo un mes de atraso".
El marido, extrañado, toma el teléfono y pregunta:
- ¿Es verdad que saben lo del mes de atraso?
- "En efecto -le responden- y le estamos avisando que debe realizar inmediatamente el pago correspondiente al atraso"
- ¿Un pago?, ¿De veras?. Joder.... ¿y qué pasa si no quiero pagar?
- "Pues entonces nuestro personal tendría que ir a su casa y se la tendríamos que cortar".
- ¡Coño!, ¿Tanto así? y, en ese caso, ¿qué podría hacer mi esposa?
-"Pues realmente no sé. ¡Pienso que probablemente tendría que arreglárselas con una vela!.."
 
Abrazos y Besos para todos.

Fº Mateo.

martes, 6 de diciembre de 2011

Relato. Mi primera Comunión.



Eran tiempos difíciles y mis padres bien escasos de recursos para celebrar modestamente este día.
Curiosamente mi prima Conchita hacía la primera Comunión quince días antes que yo. Su madre que era una bendita, sugirió que las dos podríamos surtirnos del mismo traje, o mejor dicho; yo me arreglaría con el traje que le habían comprado a ella después de su uso. La dificultad consistía en que el traje habitaba en Alicante y yo lo necesitaba en Murcia, pero no había problema. Mi tita Conchi al día siguiente de usarlo mi prima, se lo mandaría por correo a mi madre, vestido y complementos. Entonces no existía la tecnología de hoy, ni nada por el estilo. 
La estación de tren distaba a unos cuantos kilómetros de casa y mi padre labrador de la finca de su “señorito” el “BMV” que teníamos, era un viejo carro enganchado a una mula. Tres viajes hizo el pobre con este “deportivo “de labranza, a la estación un día tras otro en espera de recibir tan apreciado paquete.

Cuando asomó cuesta abajo ya sabía yo que traía consigo el tesoro, pues hasta la mula con su carga parecía venir contenta. Mi padre sonreía entre dientes al sentir mis saltos de contento. Como una loca y llena de alegría estaba deseando que mi madre abriese ese bulto entre redondo y ovalado que contenía el vestido con el cual yo haría mi primera Comunión.
A mi madre por poco le da un ataque al verme con el traje puesto. Mi prima medía casi medio metro mas que yo (es que a mi me hicieron algo escasa) y aquello me arrastraba por todos lados. Lo único que me quedaba al “pelo” era los guantes. ¡Qué bonitos! Decía yo.
- ¡Déjalos! ¡Estate quieta! no sea que se ensucien. La Comunión es pasado mañana. Contestó mi madre.
- ¡Ay!, mamá, déjame que me ponga solo uno, para enseñárselo a la tita Teresa.

Mi tía Teresa tengo que decir que fue nuestra segunda madre. Para cualquier cosa siempre estaba la tía Teresa solucionando problemas, ella junto con mi tito Pepe, mis primas Carmen y Tere eran mi segunda familia. Pues nada, yo empecinada en enseñarle a mi tía el guante que me había puesto. Y mi madre, ¡que no!
Con muchos ruegos la convencí para que me dejase ponerme no solo uno, sino los dos, e irme corriendo a su casa para enseñarle cosa tan bonita. Eufórica perdida y alborotada salí con los guantes puestos. Estos guantes de fino encaje donde yo me veía unas manitas preciosas. De la alegría que sentía en ese momento ni siquiera miraba donde pisaba, con lo cual pisé una lometa llena de chinarro, al volver la esquina y..¡Zás! caí todo lo larga que era (que no era mucho) poniendo las manos en la tierra. Cuando me levanté del suelo habían desaparecido tres partes de encaje de cada guante, o sea, que en la palma de la mano ni había guante ni nada. (Por más que me caliento la cabeza aún no sé donde fue a parar ese buen “cacho” de encaje que se perdió de cada prenda). Con las manos rasguñadas y doloridas llegué a casa de mi tía llorando como María Magdalena, más que por la pérdida del guante por la cara que pondría mi madre cuando volviera a casa.
Mi tía Teresa que nos quería a mis hermanas y a mí como si fuéramos sus hijas trató de consolarme, pero yo no tenía consuelo, además pensaba que mi madre que jamás nos dio un cachete ese día de una buena zurra no me libraba nadie. Así que ella dulcemente como siempre, tiró delante de mi (digo delante porque yo iba agarrada a su cintura y debajo de su falda, para que mi madre ni me viese) y se fue a explicarle a mi madre (que estaba atareada con la aguja intentando adaptar el vestido de mi prima a mi diminuto cuerpo) lo que había sucedido. ¡Ay, Madre! Cómo se puso mi madre, ella siempre los disgustos los tiraba por la boca. Dijo y maldijo todo lo que le venia a su mente, hasta que mi tía logró tranquilizarla pude salir de debajo de su falda sin peligro de recibir algún traqueteo..
En fin… yo no sé de donde sacó mi madre otros guantes, ni las explicaciones que le daría a mi otra tita (la que me había dejado el traje) pero lo que sí sé es que ese día de mi primera Comunión estaba yo radiante y preparada interiormente para recibir al Señor.

Mari Carmen

lunes, 5 de diciembre de 2011

Estimado profesor


Estimado profesor de larga y falsa escuela,
muchas gracias le doy por rescatarme,
al principio, como todas, un tanto "lela"
no sabía en cual asignatura matricularme.

Cuánto aprendí de usted y sus lecciones,
ahora, ya me sirven para ser mas "culta",
comprendo perfectamente las situaciones,
sin necesidad de hacer ninguna consulta.

No se mucho, pero mi carrera a terminado,
me he hecho experta en la cultura de la vida,
los exámenes que en su aula yo he aprobado,
me hacen sentirme con usted muy agradecida.

Gracias, profesor, por lo que me ha enseñado,
por sus clases "divinas" de repleta historia,
con su tiempo y mi tiempo he comprobado,
el vacío de su corazón, sin pena, ni gloria.

Mari Carmen.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Relato. Cogedoras de guisantes.



Roque tenía un buen tajo de guisantes para la recogida. Allí estábamos alrededor de diez mujeres, en el campo, cumpliendo con nuestra jornada laboral. Ya no recuerdo ni dónde.
Casi oscureciendo el jefe dijo que era hora (de dar de mano), esto significaba dar por concluido el trabajo.
Nos comunicó, que para el día siguiente solo necesitaba la mitad de la plantilla, y nos pusiéramos de acuerdo entre nosotras, quiénes se quedarían en casa.
¡Vaya papeleta!, con las ganas que teníamos todas de no perder el jornal.
Al final decidieron entre “risitas” las mayores (como siempre). Nos quedaríamos las jóvenes, “para aprovechar el día haciendo el ajuar” decían; burlonas.
- Bueno, pues seguiré bordando la boca del cabecero que dejé anoche empezada.
Y tenía para largo, porque enrevesada era yo para hacerme el ajuar. Como no tenía mucho, le dedicaba un trabajazo enorme al bordado. Si llego a saber que años después, ya de casada, a mi marido le molestaban las puntillas para dormir... ¡anda que!...

A la mañana siguiente, ya me había puesto los “manguitos”. Para bordar me ponía una especie de manga blanca, con un elástico, sujetando el brazo a la altura casi del hombro. Ésto se hacía en los dos brazos, para no untar de ninguna rozadura las sábanas blancas que serían en un futuro puestas en mi lecho matrimonial. Eso decía mi madre; demás yo copiaba de mis primas Carmen y Tere, que las adoraba y siempre iban puestas de “manguitos” para estos menesteres.

No había pegado la primera pedalá a la máquina de coser cuándo vino Roque llamando a la puerta.

- ¡Venga!, ligerica. Al final os necesitamos a todas. Vamos a por las otras mujeres.

Entonces se decían “las mujeres”, como si no tuviéramos nombre. Mujeres a las chicas, mujeres a las mayores, mujeres a todo lo que llevaba falda.

- Vaya, juerrr, ya que me había hecho a la idea...
Pensé: hala, Mari Carmen, quitate los “manguitos” y ponte el disfraz de campo.
Pantalones largos, (bajo el vestido de tres cuartos y de mangas largas), porque, ¿pantalones solos? ¿sin vestido encima? ¡Noo!. Eso era exclusiva de los hombres. Delantal para echar los guisantes que cogíamos (que parecíamos preñás de nueve meses cuando se llenaba), pañuelo a la cabeza con cuatro dobles cubriendo la cara asomando solo los ojos, y sombrero de palma encima.
No sé yo para que tanto cubrirnos del sol si hacía un frío que pelaba en el bancal.

Al llegar al tajo, (ni que decir tiene, con mala uva, porque ya tenía yo mis planes de bordado), las buenas “mujeres” empezaron a cachondearse de nosotras.

- Habrá terminado ya Mari Carmen la boca del cabecerón?

Minutos mas tarde...

- ¿Por dónde llevará Mari Carmen el cabecero?
- Jajaja. Contestaban al unísono todas las arpías.

Al poco rato...

- Debe haber terminado Mari Carmen todas las flores del cabecero, ¿no creéis?

Y dale Perico al torno con el joío cabecero.
Qué día mas largo ¡por Dios! Así, cada diez minutos. Deseando que llegase el jefe con la furgoneta para ir a casa y guardar el dichoso cabecero, al menos por esa noche.

Por fin viene Roque a por nosotras. Final de cachondearse. ¡Qué alivio!

- Pues tengo que hacer dos viajes. Dice Roque: - No cabéis todas en uno, llevo el 4L viejo. La furgoneta no la tengo.

- ¡En el primero, nosotras! ¡Nosotras las primeras!. Saltaron como locas las mayores.
- Las jóvenes las últimas, ellas no tienen quehaceres en casa a estas horas.
- Y yo tengo que freír patatas y huevos, dijo María.

Y allí nos quedamos en un margen las cuatro pupilas. Perica, Juanica, Menganica, y yo,esperando que Roque fuese a Sucina a llevar a las impacientes del cachondeíto y volviera de nuevo a por “las mujeres” del segundo viaje.

El sol ya hacía dos horas que se había escondido y la luna brillaba por su ausencia.
Pensábamos que se habían olvidado que aún quedaban “mujeres” por recoger. No veíamos nada. Ni margen, ni camino, ni mucho menos el deseado 4L.
Entonces no habían móviles ni nada para comunicarnos, a no ser con señales de humo, como los indios.

Vislumbramos unas luces a lo lejos y nos sentimos salvadas.
¡Por fin vienen a rescatarnos!

- Roque, pensábamos que nos ibas a dejar aquí, ya para mañana.
- No, es que al saltar un badén se ha roto el coche y he tenido que ir andando a por otro vehículo.

Otro vehículo que era de la misma categoría del primero, por no decir la mitad peor.

- ¡Vamos, mujeres, vamos!
- Menos mal que cuando lleguemos, al menos nos tendrán la cena preparada. Dijo: Juanica.
- ¡Que vaaa!. El coche se me ha roto yendo para Sucina.
- ¿Y las viejas? Preguntó Menganica
- Las he dejado aparcadas a la orilla del camino.
- ¡No me digas! Exclamó, Perica
- Pues si.
- Jajajaja. Saltamos todas a la vez.

Los focos de la “limusina” dibujaron la fila de sombreros de palma entre los matorrales del camino. Y allí estaban las viejas, (nosotras les decíamos viejas aunque no tendrían mas de 40 años).

- Venga, subir. A ver como os apañáis que tenéis que caber todas. Hay sitio.

Lo de “haber sitio” era un decir, porque íbamos al montón. Unas encima de otras, con la cabeza agachada para no topar en el techo. Las que mas pesaban soportaban el peso de las mas ligeras.
Las sardinas en lata podían bailar, en comparación con aquello.
Yo, como era la mas menuda, me designaron la bandeja trasera del coche. Allí hecha un ovillo. No podía ni reírme, a pesar de que me moría de ganas, pero cada golpe de risa suponía un coscorrón considerable con el cristal trasero. Anda, que si me tuviera que meter ahora así... ¡iba lista!.
Pero yo tenía que devolver la pelota del puñetero cabecerón.
Así que el trayecto fue largo pero ameno.

- María tiene que tener las patatas fritas, ¿no creéis chicas?

A medio kilómetro...

- Humm, ¡que bien huelen las patatas de María!.
- Es verdad, yo también las huelo.
- Está tostaditas.
- Callaros ya que no está el horno para bollos. Contestaba; María
- Venga mujer, si tienen una pinta riquísima.

Otro medio kilómetro mas...

- Ya estarán las patatas de María casi listas...
- Debe ir por el primer huevo.
- Claro, esa ventaja tiene irse en el primer viaje.
- Nenicas, dejaros ya mis pataticas, que me estáis poniendo nerviosa.

Así llegamos hasta el pueblo. Dándole vueltas a las patatas de María.
Si difícil era entrar todas en el 4L, no fue mas fácil salir de él.
Creo que todavía me quedan agujetas.

Mari Carmen.