¡Ay Dios mío, y sólo fue un beso!
Con él yo creí el cielo tocar
y pensé la gloria alcanzar;
por un beso, y sólo por eso.
A los ojos nos miramos,
el corazón nos temblaba,
la pasión se desbordaba
y en la boca nos besamos.
En el lejano Poniente
la luna y el sol se besaban,
con el ocaso se amaban
traspasando el horizonte.
Hasta mi alma se estremeció,
también sus labios y los míos
llenáronse de escalofríos
cuando el ardor nos poseyó.
Esto es la gloria, yo pensé,
fue un beso maravilloso
apasionado y glorioso;
sólo fue un beso, yo lo sé.
El cielo y el mar se besaban
emulando nuestra pasión;
también tienen su corazón,
también ellos se abrazaban.
De su pasión quedé preso,
esclavo de sus caricias,
de su fuego y sus delicias.
¡Ay Dios mío, y sólo fue un beso!
Antonio Del Arcellón.