Mamá, te echo de menos. Pensé que
sería más fácil aceptar que ya no estás con nosotros porque tu
marcha era inminente. Pero cuesta, sobre todo cuando los niños,
estos niños que tu adorabas preguntan por ti.
El mayor me acosa a preguntas, algunas
difíciles de responder.
-“Abuela, ¿tu tienes una escalera
larga para subir al Cielo a ver a la Bisa? Es que mi papi tiene una
pero es corta.”
-“Abuela, tengo que preguntarte algo
muy importante: ¿para qué sube al Cielo la Bisa si sabe que luego
no puede bajar?
Estos renacuajos; que tu presumida como
siempre querías que te llamasen “Bisa”, porque decías que
bisabuela era muy largo, también te echan de menos.
Mamá, tengo que contarte... ayer, en
el trabajo, al abrir el fichero, me encontré con tu ficha de
clienta. No pude evitar sentir una congoja y me fundí en lágrimas.
Allí en el laboratorio, sin que nadie me viese. Pasados unos minutos
me lavé la cara y salí, como si nada.
Bueno, tantas cosas tengo que contarte
que no te decía.
Ahora comprenderás por qué no lo
hacía.
Mamá, te seguiré contando...
Mari Carmen.