En las orillas del Tajo,
río estrecho y pasadero
que rodea la ciudad
a la que pintara el Greco
con pinceles alargados
hasta un punto de embeleco
y que por derecho ostenta
nombre de Imperial
Toledo…,
se juntaron a almorzar
Pepe Bono y Zapatero
-los dos siempre
sonrientes
no sé por qué, es que me
meo-
con el coletilla Iglesias
y el Errejón de Podemos
que van a pachas, supongo,
a conquistar el gobierno,
y allí se armó la del
Cristo
de la Vega, más o menos,
pues descolgaron un brazo,
precisamente el izquierdo,
para sostener la causa
dejando al PSOE partido
de arriba abajo y por
medio.
Y sabiéndolo después
la Susana y Míster Pedro
-sus flamantes candidatos
y directos herederos-
se enfurecieron a tope
sin encajar el entuerto
y aún dura la mala leche
por tan triste
contubernio,
porque ¿adónde van a ir
con tal par de
“monederos”?
Seguro que los asumen
en cuanto hagan un acuerdo
y entonces “adiós, muy
buenas,
gracias, socialista
empeño”,
puesto que a lo que parece
se los comerán por
huevos.
Si el Quijote los hubiera
visto juntos en el predio,
los hubiera acometido
como a molinos de viento
o como a agriadas mixturas
henchidas en odres viejos.
Pero como ya Cervantes
no se encuentra ni de
muerto
por más que busquen sus
huellas
debajo de un monasterio,
habrá que pensar que
obraron
faltos de grises cerebros.
A mí me la refanfinflan,
a mí no me dan canguelo;
allá con sus metiduras
de pata y brazo, allá
ellos.
(Disculpen esta
romanza:
Ucrónicos son los
versos,
pero la verdad, exacta,
y los deslices…,
hodiernos)
Apuleyo Soto
1 comentario:
Jajaja, lo que no "discurra" este hombre...
Muchas gracias
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