Matancero de Honor soy.
Mis armas son las
palabras.
Alanceo cuanto puedo
la indecencia y la
ignorancia.
Doy mandobles a los
cínicos
y a los soberbios,
lanzadas.
No consigo contenerme
ante las intolerancias.
Desfacer entuertos es
mi quijotesca enseñanza
y no disgustar a nadie
es la norma de mi casa.
Si alguien me insulta
respondo
con una paciencia osada.
Sé atenerme a la alegría
y pongo a la pena cara.
Practico prudencia y paz
por sensatez bien probada.
El don de la inteligencia
es para mí de oro y
plata.
Amo la caballería
como caballero en lanza,
pero no mato un mosquíto
por más que me dé la
vara.
Reparto luz, cortesía,
buen ánimo y elegancia.
Nada me impide apoyar
al que por pobre se
agacha,
pero detesto a los tontos
que de ser tontos se
ufanan.
Uso el verso cual un
látigo
y empleo a la vez la
farsa,
incluyendo el filo agudo
del bisturí de la sátira,
mas me atengo a la razón
sin pasarme de la raya.
Llevo una vida sencilla
y a nadie le debo nada.
Pecho abierto voy delante
con la verdad como espada.
Lo que cuenten los demás
irá en su propia demanda.
¡Matancero de Honor soy
y hombre en estado de
gracia!
Apuleyo Soto.
1 comentario:
Quién fuese "mantacero" como usted, donde sus armas son una pluma, un papel y la palabra.
Gracias Apuleyo.
Un abrazo.
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