El libro de mi vida sois
vosotros:
En él me plasmé igual
que una moneda.
Como ninguno mejor otro
Para los restos del amor
se queda,
Porque amor es la Ave
Fénix mensajera
Que resucita y nuevamente
vuela.
De las delicias de la vida
buena.
Leedlo con frecuencia
ensimismada
cual si fuera una hostia
historia consagrada
por a manteneros siempre
en vilo,
tira que tira del hilo
del laberinto de la vida.
que continuar debéis
Esto hizo mi padre, esto
quería
(Y por eso su vida nos
daría),
que hiciéramos como él
sus tres nosotros
Recordad con unción a
aquel buen padre
Que no tuvo perrito que le
ladre,
Ni más amo que él mismo
y gozó de los cielos y
sondeó el abismo.
Ripioso como pocos,
componía a deshoras
Largas sagas de versos
meteoras
Que alumbrarán al mundo
porvenir.
Oídme, si queréis,
oídme. Oir
El paso de mis ojos por
las hojas
Del humor se mantuvo a
duras penas,
Tuvo días gloriosos con
sirenas
Que le tentaban gráciles,
desnudas.
Entre Scila y Caribdis,
dudas, dudas
Mas no desatendió sus
libreras faenas
Y seguid su talante
Apuleyo Soto Pajares