Aurelio, Auxencio,
Apuleyo:
cinco vocales conjuntas
que suenan a tierra y
cielo.
Por los siglos de los
siglos
que así sea, así lo
espero,
que la vida es un camino
que hay que seguir tiento
a tiento.
Este romance, colegas,
va por Auxencio y Aurelio,
que son dos de los amigos
que entre los mayores
cuento.
A e i o u… en la boca,
¡qué ejemplares mis
maestros:
hasta el día de hoy
cumplido
en el alma me los tengo!
Siete de octubre, mi santo
y cumpleaños celebro;
que sea por años más
con ellos, siempre con
ellos,
por la enseñanza Lasalle
recibida de pequeños
entre vinos de Casiano
y berzas de un otro lego.
Y aquí reflexiono y digo
“Ave María” en
recuerdo
de los griñoneses lares
que nos tuvieron cubiertos
de la asolación ambiente
con libros del medioevo,
desde el Mío Cid al
Dante,
desde el Fernando tercero
y desde su hijo amado,
el gran sabio Alfonso
décimo,
hasta otros justos
juglares
y muy clarísimos clérigos
para la posteridad
de más poetas acérrimos,
que mis ansias de saber
con placer abastecieron
los gustos preliterarios
de este y el otrora
tiempo.
Va por vosotros, amigos.
Va por vosotros, Maestros.
Siempre adelante entre
sombras,
siempre creciendo hacia
dentro,
que somos uno en el viaje
perpetuo y todoterreno .
Termino, por no abusar,
termino aunque no me
abstengo
de repetir que os amo
y
que conmigo… yo os llevo.
Apuleyo Soto.