Son mis conversaciones con Dios al que doy gracias todos los días por permitirme cada mañana ver salir el sol y disfrutar de una familia maravillosa.
Ya no tengo miedo, Señor.
“Señor, tengo miedo” Así,
escribí,
viendo la batalla casi terminada.
Hace unos años que agonizar creí,
al sentirme de mis bienes despojada.
Qué incauta e intrépida fui
creyendo que lo tenía todo,
yo misma hasta el fondo me metí
en esta ciénaga de espeso lodo.
Señor, mucho tiempo de un sin-vivir
demasiado tiempo con la esperanza
de arreglar las cosas y poder seguir
con mi casa y el fruto de mi labranza.
No ha podido ser. Quizás no merecía
tener una vida digna y apropiada.
Tanto trabajo y esfuerzo día a día
para en la vejez encontrarme sin nada.
¿Quién todas mi pertenencias se ha
llevado?
¿Quiénes fueron? ¿Cómo ha sido?
Por desgracia yo misma las he dado
al firmar en un papel desprotegido.
Ahora, Señor, ¿a quién me quejo?
Si hay culpables, han desaparecido.
A mis hijos sin herencia dejo,
y mis años de lucha quedan en olvido.
Ya es tarde para recuperar lo perdido,
mas de medio siglo de lucha constante.
Toda una vida y sin saber como ha
ocurrido
me he quedado con una mano atrás y
otra delante.
Ya sé que son cosas materiales
y ninguna me llevaré cuando me muera,
sólo son bienes terrenales
que al subir al Cielo se quedan fuera.
El tiempo..., dicen, que todo lo cura,
que las heridas se vuelven cicatrices.
El tiempo de hoy es verdad dura,
y tal vez mañana nos haga felices.
Señor, ya no tengo miedo.
Ya se ha ido aquella agonía.
Deshojada y marchita me quedo,
al perder todo lo que tenía.
¿Y para los culpables? ¿Qué decir?
¿Cuál sería su justa penitencia?
Que de noche no puedan dormir
escuchando la voz de su conciencia.
Señor, perdóname si te he ofendido.
Gracias todos los días tengo que
darte.
Con una preciosa familia me has
bendecido
y eso, para mi Señor, es lo mas
importante.
Gracias, Señor, por darme coraje.
Tu voluntad en mi siempre prevalezca.
Tú dispones del mejor engranaje
para subir al carro que merezca.
Ayúdame Señor, en esta etapa nueva
y si para acercarme a tu Gloria
me mandaste esta dura prueba...
con Tu ayuda, mañana será historia.
Gracias te vuelvo a dar Señor,
como a cualquier ser humano...
siempre pudo o podría ser peor,
si Tu me dejas de tu mano.
No me dejes, Señor, ¡por favor!
No me dejes, Señor. ¡Yo te amo!
Mari Carmen.
Señor, tengo miedo.
Oh, Señor, tengo miedo y esta pena me
tortura.
Hace mucho que no hablo contigo, de
nuestras cosas.
Tiempo que no visito tu Iglesia, ni me
consuela el cura.
Me muevo en este jardín, lleno de
espinas en sus rosas.
Oh, Señor, tengo miedo, de perderte y
no encontrarte,
la melancolía atenaza mis sentidos
difusos,
esta incertidumbre, del mañana en otra
parte,
me encoge el corazón con pensamientos
confusos.
Oh, Señor, no quiero perder mi casa,
mi hogar, ahora.
El esfuerzo de toda mi existencia en
lucha permanente,
mas, si es tu voluntad, que así sea,
¡ya! Sin demora,
pues esta agonía, del no saber, me
mata lentamente.
La tristeza mi invade el alma,
sollozando angustiada.
No sé donde ir, ni donde quedarme. Me
siento desvalida.
Las horas pasan y no puedo dormir. ¡Qué
larga madrugada!
Tengo miedo, mi Dios, de no encontrar
sentido a mi vida.
Oh, Señor, en tus manos dejo mis
zozobras y temores.
Tu infinito amor, que sea la esperanza
que me guía.
Tengo miedo, Señor, acompáñame en
mis dolores,
que cuando amanece... Muero un poco más
cada día.
Mari Carmen.
8 comentarios:
Muy lindos tus versos, Mari Carmen, que me han conmovido al leerlos. Te veo con el valor y decisión suficientes para salir de este atolladero. Piensa que sólo ha sido un retroceso y vas a conseguir tener lo que tuviste y que Dios aprieta, pero no ahoga. Arriba y adelante, mi querida amiga. Te mando un beso grande y lleno de ánimo y cariño.
Muchas gracias por tu comentario amigo Cristino. Gracias. Un abrazo
Mari Carmen en los caminos de la vida, aprendemos por desgracia que la justicia humana y la divina están muy alejadas unas de otra. Al leer esta poesía ya con lágrimas en el corazón, quisiera que supieras que Dios siempre manda a sus peores batallas a sus mejores guerreros.
Tú a lo largo de tu vida has demostrado ser una gran guerrera.... Cómo bien has dicho las cosas van y vienen, pero la bondad el honor y la honestidad son cosas que nunca vas a perder por que eso siempre han estado con vos SEÑORA.
Un navegante.
Muchas gracias Navegante,gracias. Un abrazo grande
Sólo puedo emocionarme al leer tus palabras...
Con lágrimas en los ojos puedo ver tu fortaleza y tu grandeza...
Comparto tu dolor y tu pérdida, pues yo también lo he perdido...
Aún así, se acabó la incertidumbre y el desasosiego,
¡por fin! ¡ya no tienes miedo!
En "el ahora" lo tenemos todo... somos felices sin todo eso...
Si esa es la lección que teníamos que aprender,
¡ha surtido efecto!
Un fuerte abrazo.
Muchas gracias por tus palabras Anónimo, efectivamente la vida es una escuela dónde nunca se termina de aprender, lo cierto, es que de ahora en adelante tendré que verla desde otro prisma. Pero...¡Ya no tengo miedo! Que sea lo que Dios quiera. ¡Ya no tengo miedo! Un abrazo muy grande
Mi querida Hermanita,deseo hacer algo por ti, lamentablemente nada puedo, sólo poner en Manos de Dios mi plegaria y pedir algo que sólo Dios puede hacer.. UN MILAGRO como esos donde el plan de Dios está hecho para Manifestar SU GLORIA. Amén. Te terooo Hermanita.
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