miércoles, 15 de abril de 2015

El día que yo muera...

El día que yo muera, quisieran que me entierren,
detrás de una colina donde se guardan las penas,
quisiera que en cada mañana saboreen mis sueños,
Y en las tardes del Sol acaricien mis recuerdos.
No quisiera que lirios secos marchiten mis besos,
aquellos que un día entregué a las estrellas.
Quiero las flores frescas que renueven ilusiones,
que expandan al mundo entero mis versos escondidos.
Yo no nací para las piedras dormidas,
ni para los helechos que crecen agobiados en distancias,
quiero que mis versos dancen en la luna, clamando para el mundo una nueva vida.
Quisiera saborear pedacitos de caminos, para masticar recuerdos.
Yo amé al cielo y su inmensidad de misterios, coqueteé con la luna
por su romanticismo que siempre espera.
Disfruté de la llovizna para que humedecieran mis lágrimas,
y me llenaron también de vida, de una vida inmensa que aún vivo
y no despierto.
Yo amé a una mujer que me dio su amor sin fallas,
adoré a mis hijos porque de ellos respiró mi alma,
aunque tuve pocos amigos, los suficientes, para atenuar mi calma.
El día que yo muera quiero trocitos de luna nueva,
rayitos de estrellas lejanas,
algún lucero que me recoja y no me pierda,
quiero el sueño eterno con la mujer de mis días,
quiero que mis hijos nunca se arrodillen en alguna quebrada,
que desafíen a los vientos, a las piedras y a los falsos sueños.
¡Eso sí! Quiero mis poemas que me acompañen a lo eterno,
No quiero soñar solio, quiero que mis versos me den alas de recuerdos.
El día que yo me muera, no me entierren en las penas,
porque creo que todas en la tierra las he comido,
quiero morir tranquilo...
Enterrado en mi destino. Solo...como Dios a querido.

Alma desnuda.

1 comentario:

Mari Carmen dijo...

Personas como tu no mueren, siempre quedan en el recuerdo. Bello.
Gracias.