Como
homenaje a Cervantes en el cuatricentenario de la publicación de la II Parte
del Quijote y como celebración del descubrimiento de sus huesos en la cripta de
las Trinitarias de Madrid, monjas que le rescataron de la prisión de Argel,
rescato aquí para ustedes EL LAMENTO DE MARCELA, muerta de amor, cuya prosa he
tenido la osadía de transformar en verso. Y que el Manco de Lepanto me perdone.
Los
que enterráis a Crisóstomo
en
la aridez de estos riscos
y me
miráis como a causa
de
su amoroso suicidio,
oíd
por cuántas razones
servida,
yo no le sirvo,
amada,
le rechacé
y
envidiada no le envidio.
¿Podría
otorgarle yo
lo
que a Dios sólo es debido?
¿Aceptaría
gustosa
su
amor como un bebedizo?
¿Habría
yo de romper
los
llantos y los cilicios
con
que adelgazo mi cuerpo
y
purifico mi espíritu?
¿Creeis,
de verdad, pastores,
que
me llamáis basilisco,
que
habría yo de rendirme
porque
él me fuera rendido?
¡Oh,
no, pues no hay semejanza
entre
la bondad y el vicio
y no
está obligada a amar
la
que no busca marido.
Hízome
el cielo bellísima
cual
la nieve y cual los lirios.
¿Y
por esa única causa
debiera
entregarme, amigos?
En
fin, pastores, decidme
y ya
con esto termino:
¿Iba
a dar gracia a Crisóstomo
recibiendo
yo delito?
Libre
y honesta en el campo
por
los arroyos me miro,
me
abanica la arboleda
y
entre las aves me visto.
Estos
son mis solos gustos.
Los
ajenos no codicio.
¡Yo
no dí muerte a Crisóstomo!
El
se dio muerte a sí mismo.
Apuleyo Soto Pajares
1 comentario:
¡Precioso! Gracias D. Apuleyo
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