Hiyab,
niqab,
shayla,
chador…
Que
se quite los velos,
que
yo vea a mi amor.
¡Oh
cuánta maravilla!
¡Oh
cuánto resplandor
a
la vista del hombre!
¿Por
qué no?
Miradla
cómo estudia,
cómo
se hace mayor,
cómo
relanza el rostro
con
incauto candor.
Es
de arena la hurí,
de
oro su corazón;
la
custodia el gran ojo
triangular
de Dios.
Apuleyo Soto
1 comentario:
Precioso! Gracias D. Apuleyo
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