Recogen hojas
dos niños en el campo
cual si fueran monedas
de un país mágico.
Se las entrega a ramas
llenas
el padre árbol
batido por la lluvia
del último verano.
“A por una, a por dos,
a por tres, a por
cuatro…”,
cantan Héctor y Alba
con el oro en las manos.
Y corren, saltan, vuelan
igual que un par de
pájaros:
“Toma, papá,
Apuleyo Soto.
1 comentario:
Muy bonito
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