Entre Maitines y Vísperas
el Padre Bernardo en Silos
enchufa su corazón
al del Buen Pastor herido
y un chorro de luz le
vierte
la Regla de San Benito.
Ora y labora el fiel monje
-que esos son sus dos
oficios-
y del uno al otro pasa
de puntillas, en sigilo,
con las manos en la masa
de un fervor todo divino.
A veces coge la pluma
y redacta un manuscrito,
pluma de ángel volandero,
rectilíneo y cantarino
como la de Dios naciendo
bajo un soportal, ay,
ínfimo.
Y así se muestra a su
modo
cual poeta y cual testigo
en un cuadro celestial
que ni Pintado y sanguino.
Abril dos mil dieciséis,
su corazón está en vilo,
enchufado al del Señor
y al de otro señor,
Basilio,
el Sial y Pigmalión
que nos va marcando estilo
y que quedará en la
historia
por los siglos de los
siglos.
Amén, dijeron sus fieles,
y amén yo con ellos digo,
tres coronas le coronan
de laurel, ciprés y
olivo.
Juro que yo volveré
a estar a solas en Silos
en sus horas maitinales
y en sus vísperos
rojizos.
Por ello y porque yo soy
un castellano legítimo,
aquí le dejo el romance
que a ningún otro le he
escrito.
Apuleyo Soto Pajares.
1 comentario:
Bonito romance dedicado al Padre Bernardo.
Muchas gracias D. Apuleyo.
Un abrazo.
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