Porque a los hijos todo se consiente
hacen por ello de su capa un sayo
y a la familia que la parta un rayo,
pues ellos se saldrán por la tangente.
Como la madre peca de indulgente
y el padre le perdona cada fallo,
le es suficiente para ser el gallo
del corral al mimado adolescente.
Proclives se hacen pronto a los desmadres
y se divierten de cualquier manera
incluso peleándose entre ellos,
y además, no hacen caso de los padres,
pero aceptan consejos de cualquiera
y acaban en la red de los camellos.
Cometen atropellos
sin ton ni son por falta de mesura,
una vez que han perdido la cordura.
Cristino Vidal.