El Niño Jesús
en la Nochebuena
demandó la cena.
Dame de mamar,
le dijo a María
con el frío que hacía.
Y la Virgen pura
a la Criatura
le acercó el pezón.
Entonces José,
se ignora por qué,
dejó de serrar.
La sierra en el brazo,
fue a darle un abrazo
a su dulce Hijo.
Nunca un padre hiciera
eso a su manera
tan delicadísima.
Y es que en entretanto
también besó el santo
a María Santísima.
El caso es que el buey,
como era de ley,
calló y se aguantó.
La mula rió,
el río corrió,
el cielo bajó.
Llovía, nevaba
y la puerta estaba
blanca, blanca, blanca.
Misterio divino.
Gracias al que vino
porque nos convino.
Solo en Navidad
se entrañan Camino
y Vida y Verdad.
Apuleyo Soto.
1 comentario:
Muy apropiado para las fechas que estamos. Gracias amigo.
Un abrazo.
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