Esta máquina del cuerpo
que a veces no funciona.
Esta carreta de dos tiros
largos
que en un barrizal se
enfonda.
Esta mezcla de carne,
hueso y nervios
que día a día se me
desmorona.
Este potro mortal sobre la
tierra,
que bufa, suda y se
desenamora…
es lo poco que albergo en
tanto el alma
le habita aunque es su
cárcel y mazmorra.
Perdonadme que escriba
estas tristezas,
pero es que me subleva la
memoria
del tiempo más feliz que
antes viviera
y que se fue como una
sombra.
Hay que engrasarla, hay
que rodarla,
hay que forzarla aunque no
quiera ahora
que la sabiduría
acumulada
se expande por la red de
la robótica
despojando a la vida
del corazón que la
ilusiona.
Sin corazón… ¿qué
hacemos?,
¿adónde vamos sin su
acción motora?
Señor, Señor, la
humanidad
está sumida en la
congoja.
Señor, Señor…
tiende tu mano acogedora.
Apuleyo Soto.
1 comentario:
Hay que echarle aceite de vez en cuando amigo.
¡Aupa! Gracias.
Un abrazo.
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