Relato. (1ª parte). Basado en hechos reales. Se ha cambiado el nombre de los personajes.
Pepe y María, habían
subido a dormir esa noche a la buhardilla.
Era sábado. Los fines de
semana tenían esta costumbre.
Pepe se acostó
directamente. Ella se quedó en el sofá viendo una película.
Terminada ésta, empezó otra de cine clásico que eran sus
preferidas. No entendía el idioma pero iba subtitulada con el suyo.
Estaba demasiado cansada para quedarse dormida y decidió verla,
leyendo, hasta que le entrase sueño. Bajó el volumen del televisor
a cero, se acomodó y a disfrutar de la sesión cinematográfica.
El film de suspense e
intriga le fue llevando poquito a poco su pensamiento, a unas horas
atrás.
María, casi terminando
el duro día de trabajo y recogiendo los bártulos, vio entrar a su
marido al local, haciéndole una propuesta.
- María, es muy tarde,
estás cansada, ahora llegamos a casa y te lías con la cena. He
pensado; Andamos al restaurante, tomarnos cualquier cosa ligera y
mientras descansas, bien te lo has ganado hoy. ¿Qué te parece?
- Me parece perfecto.
- Pues nada, vamos.
- Ufff, tenemos un
problema.
- ¿Cual?
- El niño. La niña no
me preocupa, se queda a dormir en casa de la abuela, pero Elías, es
casi su hora de recogerse, llegará a casa y no sabrá dónde
estamos.
- ¡Que nos busque!.
- Si, pero a ver dónde,
porque lo mas lejos que imagina es que nos hemos ido al restaurante.
- Déjale una nota.
Cuando llegue, se una a nosotros.
- Vale, no es mala idea.
La pongo en la puerta, así la verá.
No habían andado
cincuenta metros cuando escuchan la voz de Elias.
- ¡Mamá! ¡Papá!
¿Dónde vais?
- Arriba, al restaurante,
para tomarnos algo de papeo. ¿Nos acompañas? ¿O te abrimos y
entras en casa? Como prefieras.- Contestó María-.
- Voy con vosotros-, dijo
el chico de 12 años.
Al regreso, entraron los
tres por la cochera. Ninguno se acordó de quitar la nota que estaba
pegada en la puerta de la calle. Allí quedó. Con el siguiente
texto: “Elías, no hay nadie, hemos ido a La***, si
quieres venir con nosotros acércate y si prefieres quedarte en casa
cualquiera de las dos abuelas tienen llave, pides una y entras. Ya
vendremos. Besos.”
La película estaba en su
punto mas interesante pero María no dejaba de pensar en la nota.
¿Y si algún ladrón lee
esto e intenta entrar en casa? En cuanto termine la peli bajo y la
quito, no puedo acostarme con esta zozobra, no estoy tranquila, son
las dos de la mañana, el niño está abajo dormido en su habitación.
Si entra un delincuente al primero que pillan es a Elías. ¡No, por
Dios! ¡Mi hijo!
Estos pensamientos
estaban martirizando su cabeza por segundos. Sus oídos en el
silencio de la noche se agudizaban intensamente.
Todo estaba en calma. No
sentía nada ruidoso excepto los latidos de su corazón acelerado por
causa de su pensamiento.
De repente oyó una
puerta abrirse fuertemente, seguido, unos golpes estruendosos como de
muebles cayendo al suelo.
El miedo la paralizó, no
podía moverse, respirar, ni llamar a su marido que estaba a menos de
cuatro metros durmiendo profundamente. Solo la movió de inmediato el
grito de su hijo. ¡HUUUMMM! ¡HUUUMMMMM!
Un escalofriante sonido
entre alarido y grito, dado con la boca tapada.
Continuará...
Mari Carmen.