Letras que bailan con vaivén
deseosas de salir de la pluma generosa
aventureras de ninfas y diosas
que miman con celo el papel,
dichoso es aquel
escritor que construye la estrofa
pareando versos con gran pasión
poemas que huelen a jazmines y a rosas
quintetos, cuartetos, octavas y sonetos
estructuras dichosas
palabras que hablan sin pudor de tantas infinitas cosas
delirios del poeta
manos vacilantes de la bella prosa.
Santiago Medina.
Esta página está diseñada para los aficionados a la poesía, romances, relatos, etc. Podéis dejar vuestros escritos libremente, siempre que vayan dirigidos con respeto, sin palabras mal sonantes u obscenas. Disfrutad, escribiendo lo que vuestro corazón sienta y la pluma dibuje. No se necesitan conocimientos especiales. Este blog está abierto a todo el que quiera exponer sus letras aquí. A veces, el corazón escribe lo que la boca calla.
jueves, 30 de agosto de 2012
miércoles, 29 de agosto de 2012
Un valiente.
Pero como soy un valiente
y a todo le hinco el diente
para lo que mande estoy
desde anteayer hasta hoy.
Dígame sobre que tema escribo
me pongo al instante al abrigo
de mi pluma puñetera
y sin salirme de la era
le hago prosa o poesía
a cualquier hora del día.
Antón Pirulero.
y a todo le hinco el diente
para lo que mande estoy
desde anteayer hasta hoy.
Dígame sobre que tema escribo
me pongo al instante al abrigo
de mi pluma puñetera
y sin salirme de la era
le hago prosa o poesía
a cualquier hora del día.
Antón Pirulero.
lunes, 27 de agosto de 2012
Quisiera tentar su cielo azul con mis dedos alados.
Precioso poema de Santiago Medina dedicado a su mujer en el día de sus bodas de plata.
Para
que que sigas dándome tu felicidad,
imperecedera
como tu cariño. Feliz aniversario
Quiero tentar su cielo azul con mis
dedos
tacto suave y sereno de nubes de piel
imperecedero del pasado
abrazo sin murmullo , abrigo de su oído
rumor de clarín del bien amado
leve espacio de clamor
tiempo pequeño de amor calmado,
cinco lustros transitados
veinticinco rosas de olor de jazmines
blancos
floral que decora mi corazón mudo
espacio seguro que mi cuerpo ha ajado
siendo suyo a su torso de diosa,
rezo de mi boca
pasión de sus dulces labios
pensamiento de herido
delirio que a me ha trastocado
estandarte que orgulloso pende de mi
mano.
Quiero tentar su cielo azul con mis
dedos
quiero ser labrador de su cosecha
frutos del cariño que maduran en cesta
alegoría de pasado y presente
sombrero que cubre mi fiel cabeza
abrigo del fiel frío que a su cuerpo
acecha
mana que alimenta mi vigorosa
vehemencia.
Santiago Medina.
Las medidas perfectas.
Dedicado a las personas que les gusta escribir con el corazón.
Métrica nada sencilla,
sílabas contadas,
cuarteto, redondilla,
mil palabras rebuscadas,
quintilla, seguidilla,
letras bien encadenadas.
Y del viejo célebre poeta
con su pluma oliendo a rosa
en renglones deja su meta,
o en el verso libre se posa
esa armonía que respeta
tanto en poesía como prosa.
El mágico escritor sublime
siempre perdura en el tiempo,
no hay igual que se aproxime
a su pluma y su talento,
por mas que a otro se arrime,
sus letras las lleva el viento.
De estos poemas escritos
sin mas medida que la cordura,
también son versos benditos
por su sencilla hermosura,
sin ser esos versos exquisitos
ajustados a reglas y postura
En este mi pueblo Sucina,
hay muy buenos escritores,
están detrás de la cortina
y no pretenden honores.
Nunca sabes cuando se atina,
ni quién se lleva las flores.
Mari Carmen.
jueves, 23 de agosto de 2012
Qué despiertas...
Qué despiertan tus ojos,
con esa mirada cautiva,
dulces, libres de enojos,
haciéndome sentir viva.
Qué despierta tu boca,
sensual y sonrosada,
un beso me provoca,
de ternura, enamorada.
Qué despertará tu mente,
cuándo llamas a mi puerta.
El amor que mi alma siente
despierta, y ¡más despierta!.
Mari Carmen.
viernes, 17 de agosto de 2012
Relato. Viaje.com
Este relato está basado en la imaginación del autor. Cualquier semejanza es pura coincidencia.
-Tenías que haberte venido. Esta parte de la Península es preciosa.
María estaba en su trabajo con un
humor de perros. No era la primera vez que se quedaba en tierra
cuándo su marido tenía algún viaje previsto. Él insistía en que
ella le acompañara, no le gustaba viajar solo, además todos los
amigos comunes iban con su pareja y Pepe no quería ser menos. María
a pesar de las ganas que tenía de irse y desconectar unos días, en
las fechas que se celebraba la Congregación, este año no podía
abandonar su trabajo.
Ya han pasado tres días. Solo faltan
dos para que vuelva – Se decía María para sí misma- . Hablaba
con él todas las noches después de la jornada y siempre decía lo
mismo:
-Tenías que haberte venido. Esta parte de la Península es preciosa.
- Sabes que no podía. La próxima vez
será.
Le echaba de menos. Las noches eran
eternas sin él a su lado. Nunca pensó que podría añorar tanto su
presencia.
De día se centraba en su quehacer, sin
evitar pensar que era una gili... por no haberle acompañado. Total,
solo eran cinco días y al final nadie le agradecería el haberse
quedado.
Sentía un coraje interior que le hacía
mover las manos a ritmo desorbitado. No hay persona mas rápida y
eficaz en su trabajo que una mujer cabreada. Pero, ¿cabreada? ¿De
qué?
Simplemente de las circunstancias.
El teléfono sonó a media mañana del
cuarto día. Lo cogió su compañera Gertrudis:
- Es tu Pepe, -mirando a María-.
- ¿Mi marido? A estas horas?
- Dice que te ha llamado al móvil.
- Lo tengo en el bolso y no le he oído.
Escuchó la voz de Pepe:
- Hola cariño, no te preocupes, no
pasa nada, estoy bien.
- ¿Te ha pasado algo? ¿has tenido
algún accidente?
A María le empezaron a temblar las
piernas.
- No, no, tranquila, solo ha sido un
pequeño susto. Llevo dos días en el hospital. La segunda noche de
estar aquí me dio un “pipirijate” en la madrugada.
- ¿Pipirijate? ¿qué clase de
pipirijate? Estoy muy asustada, ¿eh?
- No ha sido nada de verdad, no te
preocupes.
Dice el médico que debo estar un
tiempo haciéndome pruebas y como veo que no podré regresar con el
grupo que vinimos, pues he pensado contarte lo que ha pasado.
De haberme podido ir con ellos no te
habría dicho nada hasta llegar a casa. No hace falta que vengas,
solo quería que lo supieras.
- Cariño, ¿cómo no voy a ir? ¡Me
pongo en marcha ahora mismo!
- ¿ Y el trabajo?
- Que se apañen. Cojo el primer avión
que salga.
María muy asustada y nerviosa, mal
explicó a sus compañeros el problema.
Tenía que marchar por tiempo
indefinido a la otra punta del País.
Su marido le necesitaba en esos
momentos y ella solo pensaba en estar con él.
El hospital parecía desértico. Anduvo
por los pasillos buscando la recepción. Tal vez se había equivocado
de puerta y no había entrado por la principal.
Al tomar una esquina de esos corredores
vio al fondo un mostrador con varias personas detrás.
Aceleró aún mas sus pasos y
balbuceando las palabras preguntó por el enfermo José Tal y Tal.
Un señor de mediana edad y con bata
blanca se dirigió a ella:
- ¿Es usted su esposa?
- Sí, sí, yo soy. ¿Cómo está? ¿Que
le ha pasado?
- Está bien, no se preocupe. Venga a
mi despacho, le explico antes de que suba usted a la habitación.
María pensó que podría ser peor de
lo que imaginaba. Los médicos siempre dicen que el enfermo está
bien y luego te dan el sopetón.
Ella siguió los pasos del médico en
silencio. Tomó asiento, como el doctor le indicó.
Intentaba parecer normal a pesar del
susto que tenía en su cuerpo. Lágrimas corrían por su mejilla sin
que ella pudiera evitar que salieran por sus ojos.
-Tranquila señora.
- María, para servirle.
- Pues tranquila María. Verá usted,
le cuento: A veces, el cerebro está cabizbajo, sin ganas de nada, no
tiene energía para pensar u obrar.
- Mi marido nunca estuvo deprimido.
- Un segundo, María: A ver, ¿como le
diría esto? Es un poco complicado. Intentaré explicarlo para que
usted me entienda.
- Sí, por favor, dígame. Sin palabras
técnicas, soy de campo.
- En fin, el seso es muy complejo.
Cuándo una persona está en condiciones opacas, apagado, cabizbajo,
(como le he dicho anteriormente) necesita una medicación, para que
su cabeza vuelva a funcionar correctamente.
Durante ese tratamiento el paciente no
puede ingerir ningún tipo de alcohol, es contraproducente. Mas bien
diría; ¡Una bomba! Los riesgos son elevados.
- ¡Por Dios! Doctor, mi marido no
lleva ningún tratamiento de ese tipo.
- ¡Espere! Espere; déjeme terminar.
Como le iba diciendo: No se deben mezclar anti-depresivos con bebidas
alcohólicas.
- Si, sí, bueno, eso lo sé. Y ¿qué
tiene que ver todo esto con lo que le ha pasado?
- Su marido hace tres días hizo esa
mezcla y el resultado fue un paro cardíaco.
- ¿Como? ¿Mi marido mezcló qué?
Doctor, no entiendo nada. O se explica usted mejor o el paro cardíaco
me va a dar a mi.
- María, le estoy hablando muy
sencillamente. Usted cambie, cabeza (de arriba) por cabeza (de abajo).
Cambie, “seso” por “sexo” y enseguida comprenderá dónde
quiero ir a parar.
Moraleja:
Si tu marido dice:
¿Vamos? ¡Vete! Por lo que pueda pasar.
Mari Carmen.
miércoles, 8 de agosto de 2012
Vaso. ¿Medio lleno? ¿Medio vacío?
El contenido del vaso, no se mueve.
Somos nosotros los que le vemos medio lleno, o medio vacío.
Me brillan los ojos con tu sonrisa,
pequeñín. Tu abrazo abarca tanto cariño que engrandeces mi
corazón. Cómo bailas con el sonar de mi guitarra y el tarareo de
una canción.
Me enredo el pensamiento en una
esperanza, o una pequeña ilusión.
No miro hacia atrás, ni tampoco
adelante. Solo quiero vivir este instante de un sueño placentero que
estira la fisura de mis labios cuando me despierto.
No tengo de qué preocuparme.
Gracias a Dios, tengo salud. Hoy será
un buen día.
El vaso está medio lleno, con su
línea estable. Como todos los días.
Empiezo a preocuparme. No puedo ni
llorar. Tengo un nudo en la garganta y el revuelo que siento en mi
estómago no me deja pensar.
Cosas pequeñas son grandes. Las
grandes son gigantes que vienen a devorarme.
Pesadillas fluyen en la noche. ¡Qué
triste despertar!.
Aún, no a empezado el día y ya el
cansancio me agota.
Veo llegando al fin de mi derrota y no
me quedan fuerzas para luchar.
Se deteriora mi salud. Hoy no será un
buen día.
El vaso está medio vacío,
aunque no haya movido un ápice su línea. Como todos los días.
Mari Carmen.
miércoles, 1 de agosto de 2012
Pito.
¡Ay Mari Carmen!, amiguita,
no sabes como estaba lo mío;
to pasmaico, helaico de frío
hasta la vuelta de Palmerita.
La muy fiestera de marcha fue
para palmear a los flamencos,
y auyentar a todos los jumencos
tal como yo mismo le encargué.
A su vuelta, yo tiritaba,
Ella, bien fresca que venía
diciéndome con gran ironía
que por qué yo no me tapaba.
A sus calorías, yo me arrimé
mientras el pito iba pitando,
mi fiebre, más se iba alzando;
y muy espachurrao yo me quedé.
Dónde está el pito, me preguntó,
que otra vez me quedo sin pitar
teniéndome de nuevo que aguantar.
¡¡¡Pues Mari Carmen me lo quitó!!!
El Palmero.
no sabes como estaba lo mío;
to pasmaico, helaico de frío
hasta la vuelta de Palmerita.
La muy fiestera de marcha fue
para palmear a los flamencos,
y auyentar a todos los jumencos
tal como yo mismo le encargué.
A su vuelta, yo tiritaba,
Ella, bien fresca que venía
diciéndome con gran ironía
que por qué yo no me tapaba.
A sus calorías, yo me arrimé
mientras el pito iba pitando,
mi fiebre, más se iba alzando;
y muy espachurrao yo me quedé.
Dónde está el pito, me preguntó,
que otra vez me quedo sin pitar
teniéndome de nuevo que aguantar.
¡¡¡Pues Mari Carmen me lo quitó!!!
El Palmero.
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