Ahí tenemos al
pequeño-grande-ducho Nicolás
fardando como el que más
en un coro de mujeres
-en pantalla verlas,
vieres-
sobre el toro, ese tesoro,
con las locas blablablás
embobadas y entonadas
como damas de rajás.
-¿Qué habremos de hacer
con él?
(Digo con Nicolasillo,
que es un pillo,
no con el astado fiero
con el que… vida y
dinero
se juega a tope el torero)
-Pues cortarle las orejas,
las bravatas mentirejas
y el whasapp
a ese insensato mendaz
que solo da quejas, quejas
y consejas
de distracción, ¡qué
locuaz,
qué falaz,
qué mochuelo tan tenaz!
Un niñaco que torea
y con ello españolea
no merece audiencia fiel,
salvo que su falsa idea
del país del que alardea
en la ciudad y en la aldea
se encuentre ya en su
final,
lo que sería fatal.
El tal tuno se pasea,
se reafirma y se recrea
por la tele -la que sea-
y al “pópulus” le da
igual.
Ay, muy mal, muy mal, muy
mal
por su empanada mental;
pero listo el que esto lea
y me sea… leal, leal.
Apuleyo Soto.
1 comentario:
Menudo "Jeta" jejeje.
Muy bueno D. Apuleyo
Muchas gracias.
Un abrazo.
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