Piensa el filósofo Gros
que andar a la pata llana
es el más sano ejercicio
para la “animalia”
humana.
De dos a veinte kilómetros
háganse en cada jornada
si se quiere estar en
forma
y con la cabeza sana.
Eso sugiere, y añade
disquisiciones muy varias
que certifican su aserto
y sus virtudes avalan:
templa el cuerpo, lustra
el juicio,
aminora estrés y ansias,
da que pensar, reflexiona,
las obsesiones espanta
y calibra tiento a tiento
las muy posibles
desgracias.
No se trata de correr
como galgo o como galga
con un pie delante de otro
para acortar las
distancias,
sino de ir pasito a paso,
y allí donde va la planta
de los pies vayan los ojos
al paisaje con gran gana,
que el paisaje nos enseña
a cómo ponerle cara
a vientos y tempestades
llegados en horas malas.
Andar a solas… mejor
que acompañado, resalta
los encuentros de la ruta
en el valle o la montaña.
El que solo le habla a
Dios
y al propio paisaje habla
se halla en más limpia
ocasión
que el que con gente se
aclara.
Ya lo sabéis para este
año.
Yo no os daré la matraca.
Aprenderos la lección.
Si empieza bien, bien
acaba.
Venga, a andar como es
preciso,
Apuleyo Soto.
1 comentario:
Algunos, (dicen las malas lenguas) corren que se las pelan, cuando los pillan "in fraganti" jeje.
Gracias amigo
Un abrazo.
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