Cinco
avispas valerosas,
doradas
y temerosas
le
picaron al papá
cuando
se fue más allá
de
su césped y sus rosas.
Le
acompañaban dos críos,
Héctor
y Alba se llamaban,
que
por el campo gozaban
a
lo largo de dos ríos
que
del peligro avisaban.
Pero
fue como si nada
les
pudiera suceder,
nada
malo en la jornada
en
que habrían de volver
con
la cara repicada.
Era
un verano creciente.
Volaban
las mariposas
lentas
en el medio ambiente
y
pasaron estas cosas
que
el que las cuenta no miente:
Que
el papá se sublevó,
que
los niños se rieron
y
cuando el picor cesó
corrieron
que te corrieron
hasta
donde bien sé yo.
Adónde
fueron no digo.
Es
un secreto pactado
de
amigo a amigo conmigo.
¡Qué
bonito que es el prado
si
no esconde un enemigo!
El
enemigo no avisa
de
su agresivo aguijón.
Hay
que evadirse de prisa.
Si
te quedas en camisa,
va
y te rompe el corazón.
Moraleja
de la vieja
a
la que avispa o abeja
en
otros tiempos picó
por
meterse en su cueveja
y
de ella hinchada salió:
Te
servirán en bandeja
su
veneno, jojojóoo.
Apuleyo Soto.
1 comentario:
Ufffff mala uva tiene ésta, jeje.
Muchas gracias Apuleyo.
Un abrazo.
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