17 Febrero
NIÑO YUNTERO
Carne de yugo, ha nacido
más
humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para
el cuello.
Nace, como la herramienta,
a
los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un
insatisfecho arado.
Entre estiércol puro y
vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja
ya y encallecida.
Empieza a vivir, y empieza
a
morir de punta a punta
levantando la corteza
de su madre con la
yunta.
Empieza a sentir, y siente
la
vida como una guerra
y a dar fatigosamente
en los huesos de la
tierra.
Contar sus años no sabe,
y
ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el
labrador.
Trabaja, y mientras
trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja
de
carne de cementerio.
A fuerza de golpes, fuerte,
y
a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza
un pan reñido.
Cada nuevo día es
más
raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
la voz de la
sepultura.
Y como raíz se hunde
en
la tierra lentamente
para que la tierra inunde
de paz y panes
su frente.
Me duele este niño
hambriento
como una grandiosa espina,
y su vivir
ceniciento
resuelve mi alma de encina.
Lo veo arar los rastrojos,
y
devorar un mendrugo,
y declarar con los ojos
que por qué es
carne de yugo.
Me da su arado en el pecho,
y
su vida en la garganta,
y sufro viendo el barbecho
tan grande
bajo su planta.
¿Quién salvará a este
chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el
martillo
verdugo de esta cadena?
Que salga del corazón
de
los hombres jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido
niños yunteros.
Miguel Hernández (1910- 1942) Poeta y dramaturgo español.
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