Emma Cohen, rubia Musa
de ojos verdes
cristalinos,
ha abandonado este mundo
de cine, teatro y libros
en un silencio mortal
que nos ha sobrecogido
a sus muchos diletantes
de oficio y de sacrificio.
El cielo la guarde en
gloria
con Fernán-Gómez de
abrigo,
el que la puso a sus
órdenes
cual un rey adulterino,
el Rey Ordás de las
tablas
que la enamoró de él
mismo
tras pasajero escarceo
con Juan Benet, el
altísimo.
Yo lo sé porque lo ví
en el Bocaccio “divino”
de los estertores últimos
del flebítico franquismo
en aquella Barcelona
de relumbre parisino
que el Mayo68
sublevó hasta los
ladrillos.
Luego al Madrid-Marsillach
de su larga mano advino
y de Carlota Corday
y Delgadina la vimos
haciendo saltos de cama
en cuadros de rosas vinos
que nos ponían calientes
a los periodistas tibios.
¡Qué dulce era la
muchacha,
cuánto nos entretuvimos
con sus pechitos de leche
altivos como jacintos!
“Bruja más que bruja”
era,
olvidarla no he podido;
dejó en mí como un rubor
de ternura y artificio.
Esa niña traviesilla
¿habrá encontrado su
sitio?
Aquí me tiene si vuelve,
rendido de amor, rendido.
Entretanto, por favor,
que lea este panegírico
en versos octosilábicos
que para ella sola he
escrito.
Apuleyo Soto.
1 comentario:
Realmente ¡Precioso! Muchas gracias D. Apuleyo
Un abrazo.
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