22 Noviembre
Aike, escritura creativa. Biblioteca San Javier (Murcia)
Reto: Una persona es acompañada por un familiar cercano para ir a cobrar un décimo de lotería que cree premiado. El texto no debe pasar las 500 palabras.
Comparto con vosotros el mío de este mes de noviembre.
EL TREN DE LA ESPERANZA
El tren se mueve a la velocidad de mis pensamientos. Es la primera vez que viajo en el AVE. No pensé que se movería tanto. Tampoco sé si mi plan será efectivo y lograré salir ilesa. Tengo un diálogo interior con mi mente que no deja de atormentarme. Ella sentada a mi lado no se desprende de su bolso al que aprieta con fuerza como quien lleva un tesoro. Es su tesoro. Un billete de lotería que cree premiado y desea cobrarlo personalmente en la ciudad. Se ha cosido bolsillos interiores en los pantalones para cuando recoja el dinero poder llevarlo seguro. Quiere la mitad en billetes pequeños y la otra mitad en billetes de 500 Euros. Los pequeños para gastarlos como a ella le venga en gana y los grandes para ir contándolos todos los días porque a lo largo de su vida sólo había visto uno y no le duró mucho tiempo. Estos grandes se los dejará de herencia a sus hijos. ¡Madre mía, sus hijos! Mis hermanos no han querido participar en este descabellado viaje. Yo la veo tan feliz que no he podido negarme a su petición. Me ha costado Dios y ayuda trazar el plan, ahora mi mente me pregunta: ¿Y si no está el contacto? ¿Qué vas a hacer? No quiero dar cabida a ese pensamiento, así que prefiero pensar que todo saldrá según lo acordado.
Dicen que los favores se pagan con creces pero a la vez también existen personas caritativas que empatizan con el ser humano y se prestan a hacer lo posible para dar felicidad a los demás. Yo he encontrado a esa persona.
Cuando lleguemos a la ciudad un señor nos recogerá y nos llevará directamente al Banco donde cobraremos ese décimo de lotería. Entraremos al despacho del “supuesto director”, (un amigo que se ha prestado a hacer este papel), allí mi madre entregará el décimo que cree premiado y él le dará todos los fajos de billetes empaquetados. ¡Pobre mamá! No sabe que son folios pintados y recortados que yo misma me encargué de mandarlos a ese “director de banca”. ¿Qué me esperará después cuando decida salir de compras con ese dinero? Otra vez mi pensamiento me pregunta y yo le contesto que ya buscaremos una solución.
El tren acelera su marcha, los árboles corren por la ventana a la misma velocidad que mi mente aunque espero que todo salga bien y podamos volver en el otro de las 7 de la tarde. No es el AVE, el regreso será más lento, no me importa, solo quiero salir de esto y después ya veremos que pasa. No quiero adelantar acontecimientos. Casi todos los viajeros han cerrado los ojos en un estado de soñolencia que el traqueteo invita a esa duermevela, pero mamá no los cierra, está expectante mirando a todos lados, ¿y si alguien le quita su bolso? Sería su mayor tragedia. No, mamá no los cierra.
¡Maldito alzheimer!
Mari Carmen Olmos
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