8 Noviembre
UN SUEÑO
Anoche tuve el sueño más hermoso
que imaginar pudiera ni un instante,
vi a Jesús con el rostro esplendoroso,
que llegaba hasta mí, triunfal, radiante.
Sus manos, que ayer fueron taladradas,
se unieron a las mías pecadoras,
qué sosiego, entre palmas tan preciadas,
percibieron las mías infractoras.
Sus ojos me miraban con dulzura,
eran como la luz que hay en el cielo,
de su voz rebosante de ternura
escuché sus promesas tras el duelo:
"Benditos los que luchan por la paz,
seguro que verán de Dios la faz".
Chelo Álvarez.
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