Andan las negociaciones
de los partidos espesas
-tanto vales, tanto pidas
si el contrario te lo
aprecia-
después que en las
elecciones
municipales mayeras
les dejaran frente a
frente
en una inusual pelea
de yo te doy, tú me das,
y no aclaran en conciencia
qué ciudades o qué
pueblos
se apropian en su defensa.
Es muy grande la distancia
y es grande la
intransigencia
entre unos y otros
postores
antes de saldar la cuenta
de sus propias disensiones
por lo que más les
convenga,
de manera que la vida
se ha detenido a la espera
de que se pongan de
acuerdo
para empezar la tarea
que beneficie a la plebe
por encima de sus señas,
y que dejen de ser buitres
de ala encumbrada y de
presa.
Ni los llegados se
aclaran,
ni los pasados gobiernan,
ni los emergentes campan
ni los senectos se apean,
ni Sánchez sabe qué
hacerse
ni qué hacerse Pablo
Iglesias,
en tanto que Rajoy usa
a los dos de vuelta y
media,
acosados por los hechos
de una votación a
expensas
del sentir más popular
que les puso entre las
cuerdas,
y va y se ríe de
entrambos
el guapo Alberto Rivera,
quien a trancas y
barrancas
de uno a otro se pasea,
mientras que los
ciudadanos
quedan a ver cómo quedan,
si bilocales o triples,
si solos o en la barrera
de esta plazuela de toros
con enormes cornamentas
que España a la deriva
de su esencia pura y
cierta.
¡Ay, qué país de
conejos
metido en la madriguera,
que para ti y para mí
no encuentra pacto ni
enmienda,
ni solución a la vista
ni cosa que lo parezca.
Todos cantan que se
quieren
pero se odian en potencia
por el sillón, por el
mando,
por el coche, por las
dietas,
por el rojo langostino,
por la ostra vinagrera,
por el patio de San Telmo,
por el Real de la Feria,
por el balcón ferminero,
por La Mancha quijotesca,
por la Barcelona audaz,
por la dorada Valencia,
por la Extremadura
insomne,
por la Castilla la Vieja,
por Aragón, pilar fuerte
de tozuda permanencia,
por la Rioja, ese emporio
de espárragos y de
acelgas,
por Cantabria playa y
monte,
por Asturias verde-osezna,
por Vasconia-Euskalerría,
por Murcia y sus
carboneras,
por Galicia, la albariña
de longa noite da pedra,
y por las Islas Canarias
y las Islas Mallorqueras…,
que juntas forman un ramo
de esperanzas y promesas.
No más digo que lo
expuesto.
Apuleyo Soto Pajares.
1 comentario:
Me he tomado la libertad (espero que no le moleste) de ponerle una imagen con unas pinceladas de humor a este romance tan cierto y tan claro que usted nos ha escrito.
Muchas gracias.
Un abrazo
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