Colócate en la altozana
Zamarramala visual frente al Alcázar soberbio disputado al musulmán
por sus mujeres bravías en torno a la Media Edad… y por la pétrea
Segovia predisponte a pasear.
Baja por la cruz templaria
sacra y dodecagonal, sigue tras húmedos huertos bajo una sombra
antifaz y deja que el alma entera se te empape en soledad.
Primero pasas un puente
que da al Soto del Parral gregoriano y zarzuelero en ensamblable
unidad; luego cruzas el Eresma, río fresco espiritual que lavara los
pecados de Teresa y de San Juan…, y ya en puertas del prodigio de
la enclaustrada ciudad de trajanos y teodosios que la hicieron
inmortal, sube por la cuesta arriba de un calvario pedregal que da a
la Plaza Mayor con siete aperturas más por las que entra y sale el
sol y el viento en vuelos se va.
Tú no te vayas aún,
quédatela a contemplar. Atento al Ayuntamiento, atento a la
Catedral, atento al Desamparado Antonio Machado en paz, atento al
Platero Oquendo y al humilde San Millán.
Ahora compra lo que gustes
en esa calle Real en la que grupos turísticos se hacinan en mil
blablás y se toman un café o un whisky Dyck cereal que trasiegan
por las venas sin hacérselo notar.
Ya llegaste al Acueducto y
a tus espaldas se están el gran teatro Cervantes, hoy en día
fantasmal, la antigua Alhóndiga pródiga, la vieja Cárcel Real, el
Convento Corpus Crhisti con hostias a consagrar y la Biblioteca que
se acaba de trasladar, y la Casa de los Picos y el Juan Bravo capitán
y San Martín, las Sirenas y el Torreón, toma ya, que los Lozoyas
irguieroncomo ejemplo de lealtad a la Isabel la Católica que abrió
las puertas del mar…
Te queda aún mucho que
ver en una tournée ideal: el Barrio de San Lorenzo, el Barrio la
Trinidad, el Barrio del Salvador y el Parador Nacional, la Casa de
la Moneda, el Palacio Quintanar, la Fuencisla y el Carmelo vestidos
de verde agraz, San Juan de los Caballeros y el Palacio Episcopal.
Anda y date nuevas vueltas
por lo que dejaste atrás, y al volver a las andanzas de un viajero
sin igual, corre y métete en La Granja o Fábrica de Cristal y
llévate de recuerdo cuanto quepa en tu carcaj. Peregrino segoviano,
no lo olvidarás jamás.
Apuleyo Soto Pajares.
1 comentario:
Preciosa su tierra, sï señor!
Gracias.
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