Tras la puerta, Dios mío,
sentada en tu apacible regazo
me olvido de este escalofrío
al envolverme en un abrazo.
Señor, librarme del mazo
que mi mente martillea
y por mas derecha que trazo
la realidad siempre golpea.
Señor, aunque no te vea
te llevo aquí en mi pecho,
ilumina mi corazón como tea
dándole luz si está maltrecho
Dios mío, estate al acecho
de ésta mi alma empobrecida,
ayúdame Señor si aquí en mi lecho,
no despierto, cuando esté dormida.
Mari Carmen.
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