8 Marzo
Es el día ideal para publicar este poema de uno de nuestros más fervientes colaboradores.
Este poema dice mucho sobre la diferencia de la mujer que reivindica sus derechos y de “las otras” que lo han tenido todo en la vida sin esfuerzo.
Éstas últimas, su pobre arma de manifestarse es la exhibición de sus cuerpos acompañadas de memeces y vulgaridades tan absurdas, que no representan para nada a la auténtica mujer que ha luchado y lucha por la igualdad de género.
POEMA AL ESTILO LITERARIO DE SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ
Necias mujeres que al hombre
desplazáis con displicencia
de vuestra propia presencia
con ingratitud sin nombre;
si bien lo consideráis,
al no darle el corazón,
o carecéis de razón
o equivocadas estáis.
Hombres hay que son tiranos
de vuestras gracias mayores,
pero en los casos de amores
la mayoría son sanos.
Aceptarlos, pues, tal son
y cumplidas quedaréis;
dad vosotras lo que déis,
ellos responden al don.
Amadlos como ellos sean
con delicioso primor,
eso bien se llama amor
y otra cosa no desean.
Menos combates de sexos
y más paces de armonía
es lo que el hombre querría
a pesar de sus excesos.
Ved que la vida es muy corta
y conviene aprovecharla
en vez de recriminarla,
eso, no más, les importa.
Juzgáis su porte severo
y no apreciáis sus sonrisas;
buenas son siempre las brisas,
malo es el viento agorero.
¿Pensáis que el hombre os desprecia?
Es falsa tan presunción;
dad alas a la razón
y os quedaréis de una pieza.
¿Queréis encontrar al hombre
que se pirre por vosotras?
Menos, menos maniobras,
que nada de él os asombre.
Los humores van y vienen
en los amos y en las amas,
quitaros, ay, las escamas
y amadlos si es que os convienen.
¿Puede ser algo más raro
que estando para quererse
quiera uno deshacerse
de la luz cuando es el faro?
Entre el favor y el desdén
hay una cuerda muy larga;
no es la mujer una carga
ni es el hombre su sostén.
Entre dos se lleva más
que uno solo a su albedrío;
sin cauce no existe el río
ni sin Pan, Nunca Jamás.
Queredlos igual que os quieren,
id con ellos a la caza,
a la moda y a la casa
y veréis cómo os prefieren.
¿Quién mayor culpa tendrá
en la eterna desunión?
Prestad en esto atención:
quizás ninguno, quizás.
Dejad atrás la arrogancia,
olvidaros de las penas,
no penséis que sois sirenas
si no aceptáis esta instancia.
Y me callo porque sois
fáciles presas seguras
de las muchas amarguras
que con el poema os doy.
Hoy por hoy no cabe duda
de que entre Hombre y Mujer
la comprensión ha de ser
mutua, sobrosona y… muda.
Apuleyo
Soto
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