EL ASNO Y EL CABALLO
Iban, más no sé adónde, ciertamente,
un caballo y un asno juntamente:
éste cargado, pero aquél sin carga.
Al grave peso, la carrera larga,
causaron al borrico tal fatiga,
que la necesidad misma le obliga
a dar en tierra. Amigo compañero,
no pudo más, decía; yo me muero;
repartamos la carga y será poca;
si no, se me va el alma por la boca.
Dice el otro: Revienta enhorabuena:
¿Por eso he de sufrir la carga ajena?
Gran bestia seré yo si tal hiciere.
Miren, y ¿qué borrico se me muere?
Tan justamente se quejó el jumento,
que ixpiró el infeliz en el momento:
el caballo conoce su pecado,
pues tuvo que llevar, mal de su agrado,
los fardos y aparejos todo junto,
item más, el pellejo del difunto.
Juan, alivia en sus penas al vecino;
y él, cuando tú las tengas, déte ayuda.
Si no lo hacéis así, temed sin duda
que seréis el caballo y el pollino.
Felíx Mª de Samaniego Zabala (1747- 1801) fabulista y
escritor español.
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