11 Febrero
MI
NAZARENO
La
noche es de luna llena
Y
la gente anda, de acá para allá,
Inquieta.
Sabe que algo va a suceder;
Y
espera que sean las dos.
Se
hace oscura la noche
De
luna llena. Sale.
Y
la luz de la luna llena
ilumina
su cara. Un murmullo de voces,
gritos,
llantos vivas y olés,
resuenan
en la noche.
Parece
una fiesta y lo es.
El
Abuelo está en la calle
Los
anhelos, las alegrías,
Las
promesas, el llanto,
El
rezar lloroso, la lágrima que
Sale
furtiva de unos ojos que no creen.
Y
cuando su sombra, mecida en la luna llena
Sube
por su cantón,
Se
acaban las penas, las enfermedades
y
llega el consuelo a los corazones.
El
nazareno se deja mirar,
Tocar,
por las gentes sencillas.
Que
están esperando a ese encuentro
Milagroso,
tranquilo, en calma,
con
su madre, la Dolorosa;
que
lo mira, lo cuida y lo mima
porque
sabe cuál es el final.
El
pueblo, la gente llana,
Sencilla,
se marcha a casa, porque sabe
Que
El Abuelo, el Nazareno,
Siempre
estará ahí, en su casa.
Y
cuentan las cosas que han visto y,
Saben,
que, al año siguiente,
la
sombra de El Abuelo, les calmará
el
alma cuando por su cantón suba.
Cándido
T. Lorite