18 Junio
MEMORIAS DE UNA PELUQUERA
A aquella estuve observando,
la mujer que iba y venía
mano en la frente mirando
y del cristal no salía
al escaparate dando.
¿Qué querrá? Yo algo intuía.
Domingo, ¡todos descansando!
Me acerco por cortesía
y le llego preguntando:
- ¿Quiere de peluquería?
- No, ahí veo colgando
décimos de lotería,
voy de paso y no sé cuándo,
ni si volveré algún día.
-No se preocupe, ¡marchando!
Y por las llaves yo iría
a toda prisa arreando
a darle lo que quería.
Veinte euros me va dejando
"que según ella, valía"
Dije: dos le van faltando
mi buena señora mía.
Para nada iba escuchando
la remolona se hacía,
con el décimo aguantando
y al final por fin diría:
- En Madrid los voy comprando
a ese precio todavía
aquí en Murcia aprovechando
de la gente que venía.
Yo me quedé alucinando,
Pensé... ¡la estrangularía!
y me fui apaciguando,
al mismo tiempo decía:
- Dos euros es ayudando
para una causa, no mía,
si usted se va molestando
lo pongo en la estantería.
-No, ya se lo voy pagando.
- Adiós, que pase buen día.
Salió de morro arrugando,
gruñendo, más no podía.
Y allí quedé meditando,
yo... ¡gilipollas perdía!
por servir e ir aguantando
a la tonta de la tía.
Moraleja:
Antes de hacer un favor
piensa bien si te conviene,
después desengaño viene
cuando no ven tu labor.
Mari Carmen
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