29 Agosto
TRANSFORMACION RETO 201 GUANTE BLANCO, DIENTES ROJOS
Av. San Juan de la Cruz, 12, Murcia. Jefatura de policia en la capital. Tarde noche, con el edificio casi vacio, una inspectora morena de ojos verdes siempre trabajaba hasta tarde, un compañero la llamó:
—Fijate en esto, Maya, en esta mujer. —Su compañero le enseñó la pantalla de su pc y salió la ficha de Amanda Mandel.
—¿Amanda Mandel? ¿Me debería sonar?
—Pues claro, por eso me tienes a mi —se volvió a sentar en su silla—. Te contaré su historia: Amanda Mandel era una médico muy joven con aparente vocación, de familia adinerada aunque por alguna casualidad toda estaba muerta. Caía bien hasta al más bruto.Hasta que en su vida topó con Aitor Gómez. Un adolescente de 16 años y Amanda Mandel de origen Polaco, que le sacaba diez años le raptó llevándoselo a la casa en la que vivía. Amanda tenía una casa a las afueras del pueblo donde llevaba a sus víctimas. Las prefería mujeres pero vio algo en Aitor que aún se desconoce. Después de un año de búsquedas, la Guardia civil los encontró en un cuarto insonorizado, bajo la casa de la doctora, la policía encontró a Aitor totalmente torturado, sin uñas, sin dientes, con muchos huesos rotos, incluso lo habían fustigado con un látigo de trenzas robustas como piedras.
—¿Y Amanda? ¿Qué fue de ella? —Preguntó la inspectora Maya.
—A Amanda la encontraron junto a Aitor aun atado a la silla desangrándose, y bailaba sola en estado de trance.
—¿Y Cuál es la noticia detrás de esta historia? —Se preguntaba la inspectora mientras el inspector se relamía por terminar su relato.
—Hoy he recibido un mail diciéndome que Aitor ha vuelto a desaparecer... Al buscar un poco más en los archivos de la psiquiatra que lo trataba: ...He llegado a la conclusión de que las torturas tan seguidas, y de forma tan agresiva crearon un grave daño en su cerebro, diría que irreparable, y a consecuencia del mismo “una segunda personalidad” de origen espejo a la de su atacante...Dra. Mirtha Sánchez
La inspectora se quedó en silencio un tiempo, con cara de preocupación, y al final habló firme:
—Da orden de búsqueda y captura para Aitor Gómez Aledaños, en toda la Región de Murcia. Tú y yo, iremos a ese pueblo, Sucina.
—Esté donde esté, tiene a la víctima.
Llegaron muy rápido, treinta kilómetros en quince minutos. La entrada por el norte del pueblo era lúgubre, una carpintería y callejones viejos con antiguos oficios olvidados, pronto agarrabas la carretera hacia norte pero empinando los caminos. Y una casa rectangular con una valla con enredaderas y rosales. Una gran puerta daba a la entrada, la forzaron y ellos entraron muy despacio. Una vez en el interior pistola en mano, todo estaba lleno de polvo y telarañas, los dos bajaron las armas.
—¡Mierda! Aquí no hay nadie.
—Espera… al león le gusta cazar… —Su compañero cayó de pronto de un disparo en la pierna y ella salió tras él.
La casa era gigantesca, seguía el rastro de las huellas aunque se perdían en la cocina, Aitor junto a los cuchillos los lanzaba, aunque Maya estaba a refugio y gateó para darle la vuelta a la cocina, aunque escuchó la como se iba de allí a la carrera y salió tras él. Un cuchillovolaba hacia su pecho. Maya se agachó. Respirando hondo. Era solo un niño quería detenerlo no matarlo. Por delante había, un pasillo (por donde él había ido) y una puerta cerrada, ella decidió forzar la puerta, encendiendo la bombilla de un tirón, era un armario normal. «¿porque alguien cerraría un armario?»... Lo examinó y en el suelo había una pequeña puerta, no perdió tiempo y la abrió tirando de ella, salía una escalera plegable hacia abajo.
Se enfundó la pistola y bajó lo más rápido que pudo. Allí en una silla y un charco de sangre estaba la chica desaparecida, una lagrima le corrió por la mejilla. escuchó los pasos a toda velocidad que bajó de un salto lleno de adrenalina.
—¡¡No te acerques!! ¡¡Es mía, es m..! —Recibió una patada de karate en la boca, uno dos y tres puñetazos al cuerpo y por último lo agarró de la ropa y de un cabezazo lo mandó a dormir.
Germán Hernández
*Amanda Mandel viene de Maria Mandel una oficial de las SS en Auschwitz apodada “La Bestia” por sus maltratos a mujeres y niños del campo de concentración. Su final fue la horca.
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