31 Marzo
DOMINGO DE RESURRECCIÓN
Sólo la noche fue mudo
testigo
de la victoria del Crucificado:
dejó la muerte de ser
enemigo
y por su entrega derrotó al pecado.
Las llagas de sus manos son
abrigo
para el que sufre, y el desesperado
puede buscar feliz
su rostro amigo
que le ayuda a saberse siempre amado.
Gozoso se despertó el nuevo
día,
repleto de sorpresas y emociones
para quien lloró su
lenta agonía:
entre parabienes y
bendiciones,
el Resucitado puso alegría
en sus atribulados
corazones.
Poeta: José García Velázquez
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