27 Julio
POEMA IV
Se ha marchado mi amada con un cesto
de rosas y celindas y gladiolos.
Igual ella que yo ya estamos solos.
Acaso, amor no sea más que esto.
Vuelve, me ama, le corto un tallo enhiesto;
olemos juntamente unos pecíolos,
y estamos separados cual dos polos
de signo igual pero, a la vez, opuesto.
Y me deja una ausencia y una herida.
Y la distancia grita enrojecida.
Y no sé por qué es pero es por ella.
Cuerpo a tierra otra vez, la labro y desescombro,
la imagino conmigo hombro con hombro.
Y abajo está, y es tierra y carne y es estrella.
Apuleyo Soto
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