5 Febrero
“Campo de sonetos en rama”.
POEMA IX
El sol descorre rudamente las nubes.
Con su mano de fuego pinta el cristal del agua.
La tormenta abanica con revuelos querubes
la copa de los árboles: guardainfante y enagua.
Yo estoy a su solaz, despacioso en la cerca.
Arma el cielo una gresca de tirios y troyanos.
Con un sable de plata el relámpago acerca
la muerte estrepitosa en los arduos veranos.
El día se encampana en su torre de tierra.
Dobla la espiga áurea su cargazón de harina.
La puerta que el rayo abre, el trueno va y la cierra.
Hay luego una dulzura maternal y bovina
en el surco crucial que la semilla encierra:
Y el Dios del Sinaí blandamente se inclina.
Apuleyo Soto
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