31 Mayo
Honro la palabra
y honro a los hombres y a las hembras… honrados.
Honro el honor
y honro a los humanos honorables.
Honesto me veo y en seguir honesto me empleo.
No odio a nadie,
no molesto a nadie,
no castigo a nadie,
no azufro a nadie,
no sulfuro a nadie,
no abrumo a nadie,
no incendio a nadie,
no violo a nadie
(Nadie es NADIE para Homero, o sea TODOS)
Me intereso por cada uno/a
y que cada cual vaya a su caudal.
Me vuelco en obras de misericordia y caridad,
me implico en los asuntos del gobierno,
me conduzco con templanza, sensatez y liberalidad.
No tengo más adornos que un reloj que me cuenta las horas.
No ambiciono nada,
ni la gloria del presente,
ni las vanidades de la posteridad.
Estoy hecho de carne y hueso
y de espíritu o alma y mente.
Estoy en paz con el redondo mundo
y no me importa nada más.
Soy consciente del dolor de los marginados.
Rezo a las Vírgenes y adoro a los Dioses.
Me gustan la Verdad, el Arte y la Belleza.
Cedo el paso al viandante como yo
y a los taxis y los autobuses
de la generalidad de ciudadanos.
Me preocupo por los niños y por los viejos
y admiro a los adultos por sus manos callosas
que sostienen a unos y otros.
Comparto el pan y el vino
con cualquiera que siga mi camino.
He volado, he navegado, he pescado y he pecado.
He mirado por las puertas y por las ventanas.
He andado con las manos en los bolsillos y a pecho descubierto.
He ascendido a torres, castillos y murallas.
He oído campanas y violines.
He atravesado abismos y zarzales.
He recorrido vericuetos, sendas y senderos.
He contado cuentos,
he compuesto poesías.
Estoy al día de lo que pasa
y a la espera de una descansatoria eternidad.
He sido fraile enseñante
y ermitaño en cuevas altas.
Me muero por amor como los juglares provenzales.
Voy y vengo y en los caminos me entretengo
mirando el campo que me rodea.
Doy la paz en las misas y en las calles,
en los pueblos y en las ciudades.
No me importan los chismes ni los infundios.
Amo incluso a los difuntos.
Allá por donde he ido
siempre he dejado rastros de mi buen hacer.
Di clases de español en Polonia,
aprendí tangos y boleros en México y Argentina,
tuve y tengo amigos que darían por mí su vida.
Se me sale el corazón
por los cuatro costados adosados.
Apechugo con las dificultades:
soporto el frío y el calor, la lluvia, la nieve y el hielo.
Leí y leo y practico los Evangelios de Cristo.
Me arrodillo ante quien es más y mejor que yo.
Me tentaron las riquezas, pero las di de lado.
Me impuse desde pequeño ser el primero de la escuela
sin despreciar a ningún otro porque estuviera detrás.
No soy ejemplo, pero aspiro a serlo.
Pesqué peces y cangrejos con diversos aparejos.
Jugué a la pelota vasca
con las manos ateridas y escarchadas de heridas.
Redondeé las pelotas de trapo sobre huesos de melocotón
y las forré con pieles de conejo y de gato.
Aún continúo siendo el niño que fui sin montar en bicicleta.
¡Soy feliz, soy feliz, soy feliz!
Apuleyo Soto