viernes, 16 de mayo de 2025

17 Mayo

 

17 Mayo

AL DESCAMPADO DE TODO Y TODOS

Tristitia es la palabra

que mejor se adecúa

a mi estado de ánimo presente.

Su significado me cae

como un guante en la mano

que todo, lo bueno y lo malo, atrae.

Estoy harto de todo y de todos,

siempre al descampado.

Pero no cito a nadie

como acosador, no, no.

A lo mejor les asiste la razón

a las feroces fieras depredadoras

de mi corazón.

¿Qué poseo yo

para que se aprovechen de mí

en esta guerra sin cuartel?

¿Me entendéis lo que os quiero decir?

Me han deglutido y absorbido más y más.

Hablo de mi literatura y mi personalidad.

Nunca las supieron comprender,

nunca aceptaron mi mismidad,

probidad, honestidad…

y –perdonadme- mi pequeña superioridad.

Esa y así es la realidad presencial y virtual.

¿Congojas? Las sufrí todas.

¿Enojos? Todos los padecí y asumí.

Acordaros de mí, pregonaba

por fuertes y fronteras

pero no me escuchaban

ni me tenían en cuenta

ni me hacían maldito caso

y por lo tanto

me condenaban al fracaso.

Al ocaso de la vida

ya me voy acercando

y siguen insultándome

como si les importara algo.

¡Y de qué modo lo hacen!

No paran mientes,

no cejan de hacer daño.

Pero yo a ellos

no me puedo acomodar.

Soy distinto. Y ya está.

Danos más, danos más, repiten y…

me tengo que aguantar.

Ya les dije que soy una basura,

un despojo, un Don Nadie,

pero porque ellos me degradaron hasta ahí.

Y ese es mi puesto ahora,

el del último de la fila

pero sin canción ninguna

que les pueda ofrecer para que suene

en su alma aletargada y nada espiritual.

¿Qué hacer? ¿Cómo resolver

este dilema que es problema

para mí fundamental?

Paz, perdón, piedad, les grito

como si fuera “El grito” de Munch,

y ni ese les vale.

No intentan oírme, no están al tanto

de mi soledad.

Un hombre solo”,

se tituló mi primer libro.

No, perdonadme, miento,

fue “Amanecer del Hombre”,

Premio “Nuestro Arte”

del Casino de La Laguna, en Tenerife, Islas Canarias,

pero ese Hombre no acabó de nacer ni nacerá.

Al fin y al cabo ¿para qué?

Si esto que cuento es vivir,

que vuelva Dios a la tierra y lo vea

y que se acuerde de mí.

Desde que nos echó del Paraíso

no hemos hecho otra cosa que vagabundear

por aquí y por allá

sin plantar huella en ningún sitio

desde, o antes, de que los judíos huyeran del Egipto faraoní

y en el desierto, tras el Mar Rojo,

se alimentaran del maná

que descendía de los Cielos

porque era el Pueblo elegido y protegido por Yaveh,

el Dios furioso que todo lo creó de la nada

con su fulgente Luz.

Y la Luz ¿dónde brilla hoy en día?

Prevalen las sombras, hijos míos.

Bueno, que os decía

que maldad y oscuridad se igualan

y que uno, uno como yo,

no es de este mundo.

Y por eso le copian y le acosan

y le producen tristitia,

una tristicia infinita,

mezcla de nostalgia y melancolía.

Apuleyo Soto




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