viernes, 30 de mayo de 2025

31 Mayo

 

31 Mayo

AUTORRETRATO DE VIEJO

Honro la palabra

y honro a los hombres y a las hembras… honrados.

Honro el honor

y honro a los humanos honorables.

Honesto me veo y en seguir honesto me empleo.

No odio a nadie,

no molesto a nadie,

no castigo a nadie,

no azufro a nadie,

no sulfuro a nadie,

no abrumo a nadie,

no incendio a nadie,

no violo a nadie

(Nadie es NADIE para Homero, o sea TODOS)

Me intereso por cada uno/a

y que cada cual vaya a su caudal.

Me vuelco en obras de misericordia y caridad,

me implico en los asuntos del gobierno,

me conduzco con templanza, sensatez y liberalidad.

No tengo más adornos que un reloj que me cuenta las horas.

No ambiciono nada,

ni la gloria del presente,

ni las vanidades de la posteridad.

Estoy hecho de carne y hueso

y de espíritu o alma y mente.

Estoy en paz con el redondo mundo

y no me importa nada más.

Soy consciente del dolor de los marginados.

Rezo a las Vírgenes y adoro a los Dioses.

Me gustan la Verdad, el Arte y la Belleza.

Cedo el paso al viandante como yo

y a los taxis y los autobuses

de la generalidad de ciudadanos.

Me preocupo por los niños y por los viejos

y admiro a los adultos por sus manos callosas

que sostienen a unos y otros.

Comparto el pan y el vino

con cualquiera que siga mi camino.

He volado, he navegado, he pescado y he pecado.

He mirado por las puertas y por las ventanas.

He andado con las manos en los bolsillos y a pecho descubierto.

He ascendido a torres, castillos y murallas.

He oído campanas y violines.

He atravesado abismos y zarzales.

He recorrido vericuetos, sendas y senderos.

He contado cuentos,

he compuesto poesías.

Estoy al día de lo que pasa

y a la espera de una descansatoria eternidad.

He sido fraile enseñante

y ermitaño en cuevas altas.

Me muero por amor como los juglares provenzales.

Voy y vengo y en los caminos me entretengo

mirando el campo que me rodea.

Doy la paz en las misas y en las calles,

en los pueblos y en las ciudades.

No me importan los chismes ni los infundios.

Amo incluso a los difuntos.

Allá por donde he ido

siempre he dejado rastros de mi buen hacer.

Di clases de español en Polonia,

aprendí tangos y boleros en México y Argentina,

tuve y tengo amigos que darían por mí su vida.

Se me sale el corazón

por los cuatro costados adosados.

Apechugo con las dificultades:

soporto el frío y el calor, la lluvia, la nieve y el hielo.

Leí y leo y practico los Evangelios de Cristo.

Me arrodillo ante quien es más y mejor que yo.

Me tentaron las riquezas, pero las di de lado.

Me impuse desde pequeño ser el primero de la escuela

sin despreciar a ningún otro porque estuviera detrás.

No soy ejemplo, pero aspiro a serlo.

Pesqué peces y cangrejos con diversos aparejos.

Jugué a la pelota vasca

con las manos ateridas y escarchadas de heridas.

Redondeé las pelotas de trapo sobre huesos de melocotón

y las forré con pieles de conejo y de gato.

Aún continúo siendo el niño que fui sin montar en bicicleta.

¡Soy feliz, soy feliz, soy feliz!

Apuleyo Soto

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