Se les van cayendo
a mis amapolas
sus pétalos de rojo
sin pudor y sin
misericordia.
Me dan el día,
me dan la hora,
me dan el sol,
me dan la sombra,
entre Lope y Cervantes,
Calderón y Góngora,
Bécquer y Espronceda,
Quevedo y Rojas.
Esplende mi despacho
frente a la sierra tosca,
y ya no sé qué hacer
sino mirarlas temblorosas.
Vaso de cristal,
manténlas mientras llora
sangre mi pluma
desparramada y ardorosa.
Más exacto reloj
no vi nunca, señoras
del devenir constante
que se acerca y deshoja,
como la blanca página
en la que escribo ahora,
dejando cicatrices
de amor y rosas.
Tic tac, tic tac,
la flor se dobla,
yo doblo la cerviz
antaño campeadora.
Apuleyo Soto.
2 comentarios:
Qué bonito poema D. Apuleyo. Muchas gracias.
Sus poemas son un canto a la libertad. Saludos, maestro.
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