- Está el mundo tan cambiado
- que es para salirse de él;
- antes oro, ahora oropel
- de tanto como ha bajado.
- Nos están manipulando
- y por fuerza hay que llegar
- donde nos quieran llevar,
- porque de eso están tratando.
- Dejemos ya la falacia
- de que habemos libertad,
- que en honor a la verdad
- ésta y la tal democracia
- brillan, pero es por su ausencia,
- pues las tienen secuestradas
- los amos de las mesnadas
- por su propia conveniencia.
- Ya ni nos importa el lodo
- donde nos han sumergido
- y nadie lanza un quejido,
- pues se impuso el vale todo.
- Es tiempo de los corruptos,
- que tienen tal desenfado
- que cuando les has pillado
- te salen con exabruptos.
- ¿Adónde se fue el buen gusto?
- ¿Quién trajo la zafiedad?
- ¿Quién secuestró la verdad?
- Cuando lo pienso, me asusto.
- No queda ningún refugio
- al que poder escapar;
- si lo hubiera, querría entrar
- usando algún subterfugio
- y allí tratar de vivir
- aunque poco tiempo fuera,
- haciendo lo que quisiera
- y lo mismo en el decir,
- que a este mundo en el que vivo
- tan cobarde y chapucero,
- no le entra lo verdadero,
- pues se muestra tan altivo
- que lo que no le interesa
- o lo esconde o lo combate,
- pero nunca lo debate
- abiertamente en la mesa.
- Todo está ya sentenciado
- y si alguien no lo admite,
- que no haga ningún envite,
- pues será crucificado.
- De este modo, todos miman
- con sumisión al poder,
- para el calor no perder
- del ascua a la que se arriman.
- El poder es el gobierno
- de cualquier signo que sea,
- queriendo ser panacea
- y hurgando en el fuero interno
- de toda la sociedad,
- para plantar la semilla
- de que es una maravilla,
- faltando así a la verdad.
- No olvidemos a la iglesia,
- que de lo que dijo Cristo
- “no me acuerdo, si te he visto”,
- confirmando así su amnesia,
- que el Redentor fue un modelo
- de modestia y humildad,
- aunque fuera Majestad
- nada menos que del Cielo.
- No sería de extrañar
- que del templo echaría afuera,
- como ya otra vez hiciera,
- a los que no quieren dar
- Sus Divinas Enseñanzas,
- que el Maestro difundió
- y que hasta su vida dio,
- sin alimentar venganzas.
- El poder son los periódicos,
- que escriben bien de los hechos
- en los que sacan provechos
- y los demás son paródicos
- o enmascaran la noticia
- y la olvidan si es preciso,
- obviando su compromiso
- cuando no les es propicia.
- Ese es el poder mediático,
- que en su propio beneficio
- va sembrando un estropicio
- con carácter sistemático.
- ¿Qué decimos de las teles?
- Todos los telediarios
- se ve que son tan gregarios
- como si fueran peleles,
- pues lo que en ellos se escucha,
- además de exagerado,
- se les nota de qué lado
- es su inclinación, que es mucha.
- ¿Y esa fea catadura
- que exhiben los contertulios
- para aumentar sus peculios
- haciendo telebasura?
- Cada noche y cada tarde,
- alguien de manera cerda
- se pone a sacar la mierda
- de una manera cobarde,
- incluso de cementerios
- y como bichos necrófagos,
- van vaciando los sarcófagos
- llenándolos de improperios.
- ¿Y el cine?; ahí es nada.
- Le llaman séptimo arte,
- viniendo a ser el baluarte
- de ilusión prefabricada.
- Ya mucho poder ostenta
- y da pena por lo zafio,
- e incluso es un cenotafio
- por lo mucho que aparenta.
- Se ha apoderado de él
- lo burdo y lo malsonante
- y abandonó lo elegante
- olvidando su papel,
- pues se creó para ser
- un dechado de enseñanza
- y que sirviera de holganza,
- de alegría y de placer.
- Y además de violento,
- ahora nos ponen escenas
- de situaciones obscenas
- aunque no vengan a cuento.
- No digamos del lenguaje
- que oímos en la película;
- mejor copiar la matrícula
- y pararla en el peaje.
- Se ha introducido la mafia
- con su poder influyente
- y a ese grupo adolescente
- de naturaleza zafia
- y a algún otro aunque sea culto,
- los pone junto a las cuerdas
- convirtiéndolos en mierdas
- de cadáver insepulto.
- Los señores de las togas
- tendrán que emplearse a fondo
- y acabar con el hediondo
- paraíso de las drogas.
- Pero no sabemos cuál
- será el que más alucine:
- la mafia, el gobierno, el cine
- la tele o el capital.
- No hay que olvidarse de éste,
- pues el capital salvaje
- aunque vista buen ropaje
- es malo como la peste.
- Nuestro dinero se lleva
- de una y de mil maneras
- cuando menos te lo esperas,
- de nuestra bolsa a su cueva
- y de la forma que va,
- a esta cueva la pondría
- un nombre que bien le iría:
- la cueva de Alí Babá.
- El preboste del gobierno
- considera lo primero
- meterle mano al banquero,
- siendo al final subalterno
- del banquero, que no socio,
- pues éste va y lo maneja
- y del peligro se aleja
- por el bien de su negocio.
- Y si ya esto no es bastante
- se mete de sopetón
- en lo de la corrupción,
- que ahora tiene mucho implante.
- Esto es lo que ahora tenemos
- y le da a uno pena ver,
- que hemos echado a correr
- del centro hacia los extremos.
- Mas nadie pide cordura
- y si la pide es igual;
- moriremos de este mal
- porque ya no tiene cura.
- Cristino Vidal.
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viernes, 20 de mayo de 2016
MALES QUE NOS AQUEJAN
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2 comentarios:
Y qué razón tienes amigo Cristino. Vaya cabeza que tienes para las letras. ¡Felicidades! Preciosas redondillas. Muchas gracias.
Un abrazo.
Muchas gracias, Mari Carmen, por tan amable y lindo comentario a estos versos.
Otro abrazo grande para ti.
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