Tan sólo de pensar que alguien nos ama
ya merece la pena haber nacido
y más si es un amor correspondido,
por ser igual el tronco que la rama.
Es consumirse en una misma llama
con el ardiente fuego compartido,
sacando de la vida el sinsentido
de hacer que se convierta en triste drama.
Aquel que de este modo no viviera,
va sin pena ni gloria por el mundo
sin imprimir la huella de su paso
en él, sin haber visto la manera
de gozar de placeres en abundo,
y el que tuviese le sabría a escaso.
Hay que huir del fracaso
de ver que con nosotros cada día
la soledad nos hace compañía,
usurpando el lugar de la alegría.
Cristino Vidal.
1 comentario:
¡Precioso!
Muchas gracias amigo Cristino.
Un abrazo.
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