sábado, 17 de diciembre de 2022

18 Diciembre

 

18 Diciembre

MEMORIAS DE UNA PELUQUERA (XIV)

A lo largo de 37 años de profesión son innumerables las cosas que te ocurren. La mayoría de satisfacción y agradecimiento hacia una excelente y paciente clientela. Pero...(siempre hay un “pero”) en los pueblos pequeños todos nos conocemos y sabemos de “la pata que cojeamos cada uno”

Corte: un precio.

Lavado y secado: otro precio.

Ambos: la suma de los dos servicios.

Algunos clientes tanto chicos como chicas ya venían con el cabello lavado de casa por la comodidad de la ducha. (Otras lo hacían expresamente por ahorrarse una miseria).

El equipo estaba cansado de la “pillería” de la misma chica que llegaba con el pelo chorreando en pleno mes de enero para hacerse un corte y luego decía que le secáramos “un poco para no resfriarse al salir". Ese “poco” consistía en dale al flequillo para abajo, remeter las puntas, alisar los lados, etc, etc, por supuesto pagaba solo el corte y al final salía peinada. Así, una y otra vez en cada ocasión que decidía venir a la peluquería.

Me encantaba mi trabajo y ésto lo hacía muchas veces por mi cuenta sin aumentar el coste y sin pedírmelo ellas siquiera. Este caso era totalmente distinto y repetitivo siempre con la misma persona.

Aquella mañana la peluquera se ve que no había mamado buena leche en el desayuno y cuando terminó de hacerle el corte...

- Ya está, lo que tú querías.

- ¿Me vas a dejar así?

- Es lo que has pedido,

- ¡Me voy a resfriar al salir con el pelo mojado!

- Si no te has resfriado cuando venías de tu casa con él chorreando, te aseguro que ya no te resfrías.

- Pero...

- Nada. ¡Arreando!

 

Mari Carmen


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