jueves, 29 de diciembre de 2022

30 Diciembre

 

30 Diciembre

Para el que piense que todo me pasa a mi...que lea este relato de nuestro amigo José Ángel González Linares. Seguro que va a reír un rato.

EL ROVER DE HENRY Y UN AUTOESTOPISTA EN LA CARRETERA
    ¡Lo juro, por la burra de Balaam! No volveré a subirme a un coche que lleve el volante a la derecha y mucho menos circulando por carreteras españolas.
    Yo tenía entonces dieciséis años, era la década de 1970 y hacía autoestop a menudo, ya que lo más valioso que llevaba en mis bolsillos eran unas cuantas monedas, un pañuelo bordado por mi madre para limpiarme el sudor y otro pañuelo azul claro para sacarme los mocos. 
    En mi adolescencia mis padres me enviaron a estudiar el bachillerato a un colegio de curas de León y con varias becas por estudios y denodados esfuerzos superé esos años de penurias.
    A principios de septiembre en mi primer viaje a León desde Madrid, de cinco horas en autobús, divisaba atónito el túnel de Guadarrama, los escarpados picos copados de pinos  de la sierra madrileña y segoviana, verde encantamiento de vegetación…
    La planicie castellana, pintada de rastrojos y girasoles y manchada con salteadas encinas, majuelos, chopos y matorrales, se extendía cual parva quieta hasta el horizonte de los montes leoneses.
    Esos rememorados años en los que practiqué autoestop con aquellas personas que conocí en esas circunstancias han marcado un periodo de mi vida.
    Si tengo que escoger una experiencia que me impactó sobremanera sería la que viví a principios de septiembre de 1975. Recuerdo que una mañana soleada de las postrimerías de aquel verano me puse a “hacer dedo” al lado de una gasolinera a la salida de Collado Villalba (Madrid) con un trozo de cartón en el que había escrito LEÓN. A la media hora me paró un Rover P6, que conducía un cuarentón pelirrojo y melenudo y me dijo en un español macarrónico "yo iré a Astorias y continúo paso por León y podré llevar".
Metí la maleta en los asientos de atrás y me senté a su lado izquierdo. ¡Madre mía, el volante estaba a la derecha! En ese momento no sabía lo que se me venía encima. 
    Farfulló que se llamaba Henry, era de Birmingham y estaba de vacaciones recorriendo el norte de España. Yo le expliqué que de Birmingham surgió el grupo musical los Moody Blues, al igual que los Rolling Stones eran de Londres o los Beatles, de Liverpool. Él se alegró de que siendo tan joven  entendiera tanto de rock, ya que llevaba un montón de cintas de música de pop y rock, que escucharíamos en el trayecto y así mitigaríamos la monotonía.
    Me presenté: me llamo José Ángel, nací en el pueblo segoviano de Laguna de Contreras y voy a estudiar sexto de bachillerato a León.
    Hasta ese momento no habíamos tenido ningún susto en la conducción y  el coche iba como la seda por la autopista de la Coruña, con un tráfico ligero.
    Henry me ofreció un cabás lleno de cintas y yo elegí una para oírla: "Bridge over troubled water" ("Puente sobre aguas turbulentas") de Simon & Garfunkel.
    Al sortear el túnel de Guadarrama me entró un repentino escalofrío, mal presagio de ese día aciago. Habíamos atravesado la provincia de Segovia y estábamos entrando en la provincia de Valladolid, surcando millas suavemente en el páramo castellano.
    Saqué de mi bolsa bandolera la cinta del "Romance de El Pernales" de Nuevo Mester de Juglaría y le consulté a Henry si la podíamos escuchar. Asintió con la cabeza y después de unos cuantos minutos empezó a tambolirear con sus dedos en el volante, siguiendo el ritmo de una jota.                          
     Para animarnos todavía más Henry me preguntó si conocía algún chiste o anécdota graciosa y yo en mi osadía le conté  este: "Se mueren en el mismo minuto un inglés, un español y un francés; van al infierno y les recibe Pedro Botero.
    Tienen que escoger entre tres salas de pecadores irredentos; en la primera sala estaban colgados boca abajo; en la segunda tenían hormigas por todo el cuerpo y en la tercera los condenados estaban sentados cómodamente en mesas, bebiendo y comiendo alegremente, pero con mierda hasta los tobillos. El inglés escogió la primera sala; el español, la segunda y el francés, la tercera.
    Cuando llegó el francés a su sala se extrañó de que estuvieran boca abajo en la mierda y preguntó por qué, entonces Satanás le respondió que ya se había acabado el recreo". Le tuve que explicar el chiste a Henry varias veces y por fin se carcajeó.
    Nos encontrábamos en la encrucijada de Tordesillas y al adelantar un Renault 5 blanco nos llevamos un buen espanto, ya que se había pegado demasiado a él. Busqué entre las cintas que llevaba la de Led Zeppelin IV y la introduje en el casete del coche. Si había que subir al "otro barrio" qué mejor que con "Stairway to heaven" (Escalera al cielo) o también alcanzar la trasmutación con “El Mesías” de Haendel.
    Entrando a la ciudad de León otro adelantamiento con poca visión a un camión hizo que nuestro coche derrapara, dando varias vueltas de campana, pero milagrosamente salimos indemnes. Henry se disculpó barruntando algunas palabras en inglés y español, que era mejor que me largara antes de que acudiera la Guardia Civil y yo tomé las de Villadiego.

José Ángel González Linares                        



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