8
Mayo
CENTRO
MEDICO
En
la consulta del médico
esperaba
Justiniano,
cuando
entraba Severiano
con
su aparato ortopédico.
Éste,
muy a duras penas,
hacia
aquél se dirigía
y
junto a él se ponía
después
de decir “muy buenas”.
Ambos
a dos preguntaron
que
cuál era su dolencia
para
hacer allí presencia
y
la misma se explicaron.
Severiano
confesó
que
cuando el tiempo cambiaba,
la
pierna una lata daba,
“la
madre que la parió”.
Apenas
podía andar
aunque
usara el aparato,
pues
si se movía, al rato
a
la cama iba a parar,
pues
era tal el dolor
que
sentía en la rodilla,
que
cualquier cosa que pilla
la
destruye con furor.
A
Justiniano pregunta
qué
es lo que le pasa a él,
aunque
el color de la piel
le
dice que se barrunta
que
el hígado es el culpable.
Justiniano
le confirma
que
es el hígado y afirma
que
si el doctor le echa un cable,
con
un buen medicamento,
ahora
que tanto no bebe,
puede
que en un tiempo breve
acabe
con el tormento
de
esos dolores malditos
que
obligan a retorcerse
y
en la cama ir a meterse
entre
lágrimas y gritos.
En
esto que llega Aurora
con
un brazo en cabestrillo
y
en el otro su chiquillo,
que
de cuando en cuando llora,
seguro
que sin saber
ni
siquiera lo que quiere.
Su
madre dice que espere
que
el médico la va a ver
y
después de haberla visto
saldrán
a la calle y luego
podrá
seguir con su juego
todo
lo que quiera y listo.
Pasa
Ramona tosiendo
que
por poco si se ahoga,
pues
parece que una soga
la
aprieta el cuello y sufriendo
por
no poderse explayar,
que
un chisme con otro enlaza
y
no deja meter baza,
pues
discute sin parar.
Y
esta vez no se conforma
con
callar y así por señas
suelta
sus letras pequeñas,
como
siempre fue su norma.
Engrosa
la espera Andrés
al
que acompaña Marina
y
a los dos también se arrima
la
presumida de Inés,
que
del burro no se apea,
porque
hablando por lo codos
siempre
tiene más que todos,
se
trate de lo que sea.
Si
alguien dice que está floja
ella
contesta que más
y
si tú un mal paso das,
ella
dice que está coja.
Sabe
de todos los males,
sus
causas y sus remedios,
aconsejando
los medios
a
los que llama totales
para
acabar de una vez
con
aquello que te duela,
igual
da que sea una muela
o
se trate de acidez.
Ahora
ha entrado Marimar
a
la sala de consulta
y
aunque lo intenta no oculta
de
lo que se va a enterar,
pues
su tripa le ha crecido
y
aunque el novio se ha marchado,
se
ve que algo la ha dejado
con
ella cuando se ha ido.
La
mira Juan que ahora pasa
y
con algún disimulo
mira
la tripa y el culo
y
se sonríe con guasa.
Los
padres de Rafael
han
entrado apresurados,
grandemente
preocupados
por
lo que le pasa a él
y
es que jugando a la taba,
este
curioso juguete
en
la boca se le mete
y
en la garganta se traba
y
es necesario sacar
aquello
de la garganta,
que
grita el niño que espanta
y
no deja de llorar.
Todos
les ceden el paso
y
convienen que es mejor
que
antes que a nadie, el doctor
resuelva
este grave caso.
Matilde
y su depresión
entran
juntas en la sala,
una
depresión tan mala
que
la deja sin visión
positiva
de las cosas,
ya
que con nada se alegra
y
la vida la ve negra
y
las cosas desastrosas.
Muy
despacio entra Jacinta
bamboleando
su vientre
y
desde antes que entre
ya
se le ve que está encinta,
que
Marimar a su lado
una
sílfide parece
y
es que la tripa le crece
con
furor desaforado
y
como no es primeriza,
cada
vez que pare, aumenta
y
no se está dando cuenta
que
parece vaca suiza.
Acude
con dos mocosos
un
tanto maleducados,
un
poco desaliñados
y
un bastante revoltosos,
que
se vienen atizando
y
su madre no es capaz
de
que se dejen en paz
y
se terminen callando.
A
los que están, se les suma
Mercedes,
la “chinchorrera”,
ya
que de todo se entera,
hablando
de su reúma,
diciendo
que la aspirina,
con
aguardiente y con ajo
y
algún que otro comistrajo,
con
los dolores termina.
Que
me lo digan a mí,
dice
Julio diligente,
que
sólo con aguardiente
esa
enfermedad vencí,
aunque
la verdad os digo
que
el reúma se quitó,
pero
el hígado quedó
igual
que si fuera un higo.
Y
es que Julio es un borracho
de
los que antes había,
que
el vino se lo bebía
como
si fuera gazpacho.
Ahora
llega el tío Fernando
a
que le den el sintrón,
ya
que tiene el corazón
que
falla de vez en cuando
y
el hombre tal miedo tiene
que
cuando al médico va
nunca
muy seguro está
de
si es que va o es que viene.
La
Remedios y Dolores
cada
una con su quiste
y
Juan que las ve hace un chiste
aunque
no es de los mejores
y
dice: Remedios entra,
que
es a ti a la que buscamos;
luego
dice: a ti te echamos
cuando
en Dolores se centra.
Luego
entra Pedro corriendo
y
corriendo abre la boca,
diciendo
que ahora le toca
porque
su hija está pariendo.
Más
tarde llega Ramón
en
la mano un aparato,
con
el que de rato en rato
ve
cómo está su tensión,
que
la duda se le come
y
no resiste esperar
a
que le toque pasar
al
médico y se la tome.
No
busquemos más pacientes,
que
el doctor nos va a decir
que
si vamos a seguir
necesitará
suplentes.
Cristino
Vidal