Nuestra
musa nos premia con abrazos
y nosotros nos inflamos como pavos,
sus palabras nos suenan como a bravos,
fundidos como estamos por sus lazos.
Gracias, inspiración de ocultos poetas,
arrebato que nos lleva en sus volandas,
pues nos pone en su trono y en sus andas,
ya que, saben, vale más que las pesetas.
Arcellón no se esconde y da la cara
es valiente, noble, abnegado y servicial,
es, para Antonia, el mozo más juncal,
y es amigo que de todos se declara.
En nada se parece al Tío del Saco,
el Saín que en Sucina más se afana
en hacernos morder polvo con gana
aunque nunca lo logre el tal bellaco.
Tampoco teme al mentado del Palmero
que a su sombra cual la lapa se cobija,
e insinúa saber más que un Nebrija
pero solo se queda en vil fulero.
Hoy los vi en la Loma el Embustero
gozándose de aquellos que caían;
a más golpes, más fuerte se reían,
igual que Antón, el falso y Pirulero.
Allí no estaba el decaído Vasaltar,
ni mi abuelo, el Anselmo primero,
pero sí el Nerón más postinero,
gozando como aquel loco de atar.
Forzoso es ya pensar que los ausentes
se fueron donde el grupo calichero;
allí, sin poner ni un euro de dinero,
se inflaron afilando bien los dientes.
Yo aconsejo a mi amigo el Arcellón
que controle bien la barra y el porrón,
las morcillas que traga algún gorrón
y el condumio que lleva en un cajón.
Solo así gozarán los pobres calicheros
de manjares y bebidas tras el juego,
y comidos y bebidos vayan luego
a cumplir en su casas cual muleros.
y nosotros nos inflamos como pavos,
sus palabras nos suenan como a bravos,
fundidos como estamos por sus lazos.
Gracias, inspiración de ocultos poetas,
arrebato que nos lleva en sus volandas,
pues nos pone en su trono y en sus andas,
ya que, saben, vale más que las pesetas.
Arcellón no se esconde y da la cara
es valiente, noble, abnegado y servicial,
es, para Antonia, el mozo más juncal,
y es amigo que de todos se declara.
En nada se parece al Tío del Saco,
el Saín que en Sucina más se afana
en hacernos morder polvo con gana
aunque nunca lo logre el tal bellaco.
Tampoco teme al mentado del Palmero
que a su sombra cual la lapa se cobija,
e insinúa saber más que un Nebrija
pero solo se queda en vil fulero.
Hoy los vi en la Loma el Embustero
gozándose de aquellos que caían;
a más golpes, más fuerte se reían,
igual que Antón, el falso y Pirulero.
Allí no estaba el decaído Vasaltar,
ni mi abuelo, el Anselmo primero,
pero sí el Nerón más postinero,
gozando como aquel loco de atar.
Forzoso es ya pensar que los ausentes
se fueron donde el grupo calichero;
allí, sin poner ni un euro de dinero,
se inflaron afilando bien los dientes.
Yo aconsejo a mi amigo el Arcellón
que controle bien la barra y el porrón,
las morcillas que traga algún gorrón
y el condumio que lleva en un cajón.
Solo así gozarán los pobres calicheros
de manjares y bebidas tras el juego,
y comidos y bebidos vayan luego
a cumplir en su casas cual muleros.
ANSELMO
1 comentario:
Jajaja, muy buenoooo.
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